3 puntos clave sobre el trastorno bipolar
El trastorno bipolar es una de las patologías más tratadas en las consultas de Psiquiatría. Se caracteriza por una alteración en el estado de ánimo del paciente, alternando de fases de euforia, fases depresivas, fases mixtas y períodos de normalidad anímica. La enfermedad tiene tendencia a volverse crónica.
Síntomas del trastorno bipolar
Los principales síntomas son:
- Síntomas maniacos: fases de euforia elevación del humor e hiperactividad, disminución de la necesidad de dormir, pensamiento y lenguaje acelerado, conductas de riesgo e inadecuadas, gastos excesivos, etc.
- Síntomas depresivos: ánimo triste, dificultad de concentración, sentimiento de culpabilidad y tristeza, desesperanza, disminución de la energía, disminución del interés por actividades que antes realizaba, irritabilidad, disminución de la libido y del apetito, alteraciones en el sueño, etc.
Causas del trastorno bipolar
Existen varios hechos y factores que pueden facilitar la presentación del trastorno bipolar, casi todos ellos relacionados con factores genéticos y alteraciones en la estructura, neurotransmisión y funcionamiento cerebral.
Asimismo, acontecimientos negativos o estresantes, como muerte, despido, divorcio o cambio de residencia pueden precipitar la aparición de esta enfermedad. El componente familiar está muy presente en esta patología, el 50% de los pacientes pueden tener un familiar de primer grado con el mismo problema.
Tratamiento del trastorno bipolar
El tratamiento es principalmente farmacológico y psicoterapéutico. La psicoeducación, psicoterapia y abordaje familiar pueden ser muy beneficiosos para la concienciación y autoconocimiento de este padecimiento, mejorando pronóstico y disminuyendo las repercusiones de las recaídas en la vida del paciente y su entorno.
Al ser una enfermedad crónica, la medicación debe ajustarse en los periodos depresivos y de manía y debe plantearse a largo plazo con tratamiento de mantenimiento, teniendo como objetivo mejorar la calidad de vida del paciente y evitando o amortiguando recaídas. Cada caso debe evaluarse individualmente y adaptar y combinar las distintas actuaciones terapéuticas. Existen guías de tratamiento que pueden servir de referencia.