Trastornos alimenticios: cómo afrontar problemas con la comida
Los problemas con la comida pueden afectar a cualquier persona independientemente de la edad y de la época de su vida en la cual se encuentre. Cuando estos afectan a la salud mental del paciente se denominan trastornos alimenticios, y pueden presentarse de diferentes formas, según su tipología se los conoce como: la bulimia, la anorexia y la ingesta compulsiva. La Ángela Santos García, Psicóloga y Experta en Trastornos Alimenticios, explica la forma en la que estos casos se presentan y cómo actuar frente a ellos.
Los trastornos alimenticios más comunes y cómo tratarlos
La mayoría de los problemas relacionados con la comida, en la mayoría de ocasiones suelen verse como una situación normalizada por las personas que los sufren. Cuando la situación de la persona que padece estos trastornos alimentarios es afrontada por gente de su entorno, estos suelen ser justificados por temas relacionados con la salud o con cambios de hábitos por otros más saludables y socialmente aceptables, como puede ser una implantación de un estilo de vida más saludable a partir de un nuevo plan de deporte o de comida sana.
Esto hace que muchos de ellos no entren en las estadísticas reales porque la persona que lo sufre no pide ayuda y estos hechos no siempre se manifiestan exteriormente. El hecho de que sea un padecimiento patológico o no, depende en gran medida del nivel de afectación de la vida normal del sujeto que lo padece. Estos tipos de trastornos alimentarios acostumbran a aparecer a edades tempranas en las cuales la gestión emocional, las habilidades personales y la autoestima no se han fortalecido, y en un momento en que la importancia de la imagen exterior, la opinión de los otros y la estética es fundamental para el desarrollo completo en la fase adulta, razones por las que nos situamos en la franja de la adolescencia. Pero este tipo de trastorno y problemas con la autoestima no es exclusivo de estas edades, también se presenta especialmente en mujeres de mediana edad, entre los 40-50 años.
Principales factores que causan los trastornos alimenticios
Existe una amplia multitud de factores, tanto de tipo biológico, emocional, psicológico, interpersonal o social, que pueden desencadenar trastornos de este tipo, entre ellos podemos mencionar:
- Una excesiva preocupación por la alimentación y la estética, la cual puede presentarse en casa o por influencia de varios elementos externos como puede ser el entorno social. Este hecho no necesariamente implica una preocupación por estar delgado, pero sí por seguir una pauta de alimentación sana, por no excederse, por cuidarse…Es posible que la cultura en su origen sea sana pero en un individuo concreto se puede convertir en problemática si se llegan a puntos obsesivos.
- Las personas con este tipo de trastornos suelen tener sentimientos de insuficiencia y baja autoestima.
- La persona afectada presenta una sensación de inseguridad o de falta de control sobre su vida o sobre sus emociones. Muchas veces el control de la alimentación intenta cubrir el ansia de controlar las cosas que siente o el entorno, para sentirse más segura sobre éste.
- Dificultades en las relaciones interpersonales, bien por el desarrollo de la propia historia familiar, por los caracteres de sus componentes o por conflictos con alguno de sus integrantes.
- Generación de un desconocimiento y una mala gestión de las propias emociones, así como de las características de sí mismo como persona. En muchos casos este tipo de problemas se inician ante una “sensación difusa de malestar”, la cual se alivia con una conducta purgativa o de control sobre algo vinculado con la alimentación, como puede ser el vómito o el ayuno, pero no son capaces de identificar la emoción o el contexto que la provocó.
- Búsqueda de la perfección física basada en modelos sociales erróneos o prejuicios compartidos. Un bajo estado de ánimo o sensación de nerviosismo mantenidos en el tiempo, los cuales suelen aumentar la frecuencia o intensidad de este tipo de conductas.
- Sentimientos de soledad o abandono. En muchos casos necesitan sentirse queridos y no les llega esa percepción de los otros ni hacia sí mismos. Esto no implica que no lo sean, sino que en muchos casos la percepción de sentirse queridos esta alterada y siempre parte de la carencia. Esto se vincula mucho con la imagen de sí mismos que mencionábamos antes. Haber sido víctima de algún tipo de rechazo social o maltrato psicológico o físico, especialmente cuando este se ha dado durante la infancia.
Cuál es el comportamiento de quien sufre trastorno alimentario
Las personas que sufren estos trastornos alimentarios se caracterizan por tener una visión de sí mismas insuficiente para la expectativa que quieren lograr, sintiendo pues que las conductas de control sobre su consumo de comida debe estar muy restringidas para conseguir lograrlo. La persona que sufre un trastorno así también tiene una imagen idealizada del cuerpo que resulta prioritaria en su escala de valores. El padecimiento de trastornos alimentarios representa en muchos casos un reflejo de su identidad y también una escala de valoración basada en estereotipos y elementos externos.
El día a día de una persona que sufre este trastorno está determinado y dirigido por todo aquello, lo cual tiene que ver con el peso, desde las calorías ingeridas, el consumo energético realizado hasta conductas de ocultación sobre la ingesta para su entorno. Este tipo de prácticas le va a llevar a planear todo tipo de estrategias, las cuales le impiden disfrutar de su vida y les transmiten una sensación de ser esclavos de su peso.
El sufrimiento de estas personas además de por esa dependencia total sobre las conductas relacionadas con la ingesta, se aumenta por la falta de comprensión del entorno, el cual no entiende cómo puede dejar de hacer una conducta tan cotidiana y necesaria a voluntad. En muchos casos se muestran verbalizaciones sobre la comida, o la ropa, comparaciones con otras personas o con lo que debería ser o pesar. La persona afectada puede verbalizar inapetencia, o excesiva apetencia, llevar ropa más grande de lo que corresponde a su talla, o ir al baño tras las comidas.
Cómo se debe actuar ante un caso de trastorno alimentario
La prevención en educación y formación es la medida ideal para que no se presenten este tipo de casos. Hay que enseñar a que la persona se conozca y valore, que haga conductas de autocuidado, estrategias para expresar emociones, relacionarse con otros y tener una actitud crítica ante los estereotipos culturales.
Una vez que aparece un caso de este tipo, lo más complicado es la detección. Hay muchas conductas de ocultación para el entorno. Su detección e intervención es relevante por ser comportamientos que tienden a hacerse crónicos y a afectar seriamente a toda la salud del que lo padece, no solo la mental, sino especialmente la física. Se trata de trastornos que en algunos casos conducen a la muerte del propio paciente, de hecho tienen una alta tasa de mortalidad en enfermedades mentales.
Pedir ayuda es el mejor consejo para que el entorno acierte en cómo frenar o solucionar este tipo de problema. Los propios trastornos alimentarios en su dinámica generan relaciones en casa complejas y aíslan muchas veces al paciente.
- Dar amor incondicional, que no implica aceptación incondicional de la situación o de las conductas que realiza la persona por el trastorno. Ampliar el campo de interés o de situaciones reforzantes para la persona. El trastorno muchas veces les aísla y cierra su campo para disfrutar. Tenemos que trabajar que su vida sea más que la enfermedad.
- Autocuidarse, los familiares sufren mucho por esta situación. Se debe dedicar tiempo y energía a ser feliz, así como para comunicarse con otras actividades no relacionadas con la comida. Esto es ejemplo para el paciente de cómo hay que quererse y cuidarse.
- Elimina el juicio de valor. Seguramente una constante que siempre se percibe en la consulta es la falta de comprensión del problema, así como una tendencia a aconsejar o exigir cosas que a otro enfermo no exigiríamos.
- Deben tener paciencia, son trastornos a veces muy rutinarios y para el paciente es complicado avanzar. Recordemos además que socialmente se ve muy influido por elementos que dificultan la recuperación.