Artritis reumatoide: la importancia de buscar nuevos tratamientos
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria, crónica, autoinmune y sistémica. Se caracteriza por una inflamación poliarticular y simétrica de pequeñas y grandes articulaciones, con posible compromiso sistémico en cualquier momento de su evolución.
Los especialistas en Reumatología afirman que esta patología afecta a un 0.5-1% de la población española. Como la mayoría de enfermedades autoinmunes, la artritis reumatoide se da con mayor frecuencia en las mujeres. Tiene una mayor incidencia entre los 40 y 60 años de edad.
Artritis reumatoide: causas
Debido a la gran diversidad de mecanismos que actúan conjunta o secuencialmente, la causa de la artritis reumatoide es compleja y no se conoce con exactitud. Se considera que su etiopatogenia es el resultado de la interacción de un antígeno desencadenante y una base genética predisponente.
Síntomas de la artritis reumatoide
Desde las fases iniciales de la enfermedad, la artritis reumatoide afecta de manera significativa las actividades diarias de las personas que la padecen. En la mayoría de los pacientes la enfermedad presenta una evolución crónica fluctuante que, en caso de no tratarse sigue un curso progresivo, ocasionando destrucción e incapacidad de las articulaciones afectadas.
Los síntomas principales en el inicio de la enfermedad son el dolor, la rigidez matutina, y la inflamación de muchas articulaciones. La rigidez matutina se define como “la lentitud o dificultad para mover las articulaciones al levantarse de la cama o después de permanecer en una posición demasiado tiempo, que mejora con el movimiento”.
Afecta principalmente a las articulaciones metacarpo-falángicas, interfalángicas proximal de los dedos, las muñecas y las articulaciones metatarso-falángicas de los dedos de los pies. Otras articulaciones que también suelen verse afectadas son codos, hombros, tobillos y rodillas.
Tratamiento de la artritis reumatoide
El tratamiento de la artritis reumatoide debe dirigirse a disminuir la actividad inflamatoria, evitar la progresión de la lesión articular y sus consecuencias. El objetivo ideal del tratamiento es conseguir la remisión de la enfermedad u obtener el mayor control posible de la actividad.
Existen diferentes tipos de fármacos modificadores de la evolución de la enfermedad, conocidos como FAMEs: sintéticos y biológicos. Los FAMEs biológicos, comercializados posteriormente a los sintéticos, supusieron un gran avance en el manejo de la artritis reumatoide.
El tratamiento precoz de la artritis reumatoide con este tipo de fármacos es capaz de inducir remisión en una proporción considerable de pacientes, un 50-60%, evitar el desarrollo de lesiones radiográficas o detener su progresión. Sin embargo hay hasta un 15-20% de pacientes en los que este tratamiento no funciona; ya que acaba perdiendo su eficacia con el tiempo o se asocia a unos efectos adversos intolerables.
Existen otros fármacos biológicos en investigación o que todavía no están aprobados en Europa y que podrían tener resultados prometedores. El desarrollo de la biología celular y molecular de las últimas décadas ha permitido avanzar en el conocimiento de las bases biológicas de la artritis reumatoide y ha supuesto un cambio radical en el desarrollo de nuevas terapias. A pesar de este avance, las terapias de las que se dispone actualmente tienen una eficacia parcial y un elevado coste. Además, no están exentas de graves efectos colaterales, por lo que, en conjunto, no se puede considerar satisfactorio el tratamiento de la artritis reumatoide y la identificación de nuevas terapias siguen siendo necesarias.