Autoestima: ¿cómo la gestionamos cuando es baja?
La autoestima, uno de los grandes problemas en Psicología, es el conjunto de opiniones, ideas, imágenes y emociones con configuran la valoración que tenemos sobre nosotros mismos en los distintos aspectos de nuestra vida: quiénes somos, qué merecemos o de qué somos capaces.
El desarrollo de la autoestima lo localizamos durante la infancia y la adolescencia. Las causas de una baja autoestima están en las crianzas y educaciones basadas en la valoración, es decir, en valorar frecuentemente al niño, sea de manera positiva o negativa, en sus comportamientos, tendencias u opiniones. El desequilibrio hacia la crítica aumenta aún más las probabilidades de la baja autoestima en un niño o un adolescente. En muchos casos, la vida se convierte en un “tengo que ser” de una manera concreta, independientemente de que la persona sea así o no, o quiera ser así o no.
Un niño merece ser querido por sus personas más cercanas de manera incondicional, sea como sea y haga lo que haga. Esto no implica permisividad total. Los límites deben ser planteados por los cuidadores y familiares de manera firme y cariñosa, y, sobre todo, sin cuestionar al niño en su globalidad. Un planteamiento incondicional y firme permite al niño la libertad de ser quien es pero respetando los límites con el mundo exterior y con las otras personas que le rodean.
Consecuencias de una autoestima baja
La autoestima baja genera problemas muy amplios en casi todas las áreas de la vida de una persona. Es fuente de mucha ansiedad y bloquea a las personas cuando deben tomar decisiones o emprender acciones. Además, dificulta la relación con los otros, bien por una búsqueda compulsiva de aprobación o bien por conductas reactivas por miedo al rechazo.
Tratamiento de una autoestima baja
El trabajo se basa mucho en la propia relación con el terapeuta, descubriendo de manera no enjuiciadora cómo la persona es realmente, y ayudándola a aceptarse en todos sus aspectos. Este diálogo desprejuiciado con el psicólogo permite construir una identidad propia y facilita el poder mostrarse ante el mundo tal cual uno es.
En consulta trabajamos también la importancia de actuar de forma coherente con lo que sentimos y con lo que pensamos. Esto, cuando se hace de manera persistente, nos ayuda a reforzar el respeto por nuestras emociones, nuestras ideas, nuestra personalidad y nuestra visión del mundo, que es única.
El objetivo es ayudar a la persona a comprobar que vivir en su propia piel es mejor que vivir en la que reflejan otros o en la que nuestro propio juicio internalizado nos obliga a vivir, y que es posible vivir bien en este mundo siendo, ni más ni menos, nosotros mismos.
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