Beneficios de la craneotomía despierta
Una craneotomía despierta es una cirugía del cerebro realizada de la misma manera que una craneotomía convencional, pero con el paciente despierto durante algunas fases del procedimiento. Ésta es una técnica especialmente indicada para operaciones que persiguen eliminar lesiones cerebrales que se encuentran cercanas o dentro de regiones elocuentes (funcionalmente importantes) del cerebro y que tradicionalmente se consideran “intocables”.
Realizar la intervención con el paciente despierto nos permite a los especialistas en Neurocirugía apurar al máximo los márgenes de resección del tumor, trabajando literalmente en regiones del cerebro que normalmente son inaccesibles dada su importancia funcional. Esta técnica también permite determinar que las funciones neurológicas del paciente permanecen continuamente intactas durante la intervención. El objetivo general es, por tanto, minimizar los riesgos y asegurar una eliminación tumoral cercana al 100%, preservando la integridad absoluta del paciente.
Existen diferentes procedimientos para realizar una craneotomía despierta, pero todas comparten la misma pauta: el equipo de anestesia aplica una sedación al paciente mediante una infusión intravenosa que permite una anestesia general convencional mientras se practica la apertura del cráneo y se expone la zona donde se encuentra el tumor. En el quirófano, un sofisticado sistema de neuro-navegación determina el punto exacto de localización del tumor, lo que permite marcar la incisión de una manera precisa y mínimamente invasiva. A veces, ni siquiera es necesario afeitar la zona de la incisión ya que ésta suele ser muy pequeña.
Cuando el cerebro está expuesto y el sistema de navegación ha identificado el campo de trabajo, se despierta al paciente, que no experimenta dolor o sensación de incomodidad alguna, pudiendo comunicarse perfectamente con todos los miembros del equipo quirúrgico. Es entonces cuando se realiza un procedimiento llamado mapeo cortical: mediante la estimulación bioeléctrica de la superficie del cerebro con una pequeña sonda diseñada para esta tarea, se obtiene un “mapa” de las zonas funcionalmente activas y de aquellas que no lo son debido a la infiltración tumoral. El paciente es quien guía en este proceso, realizando acciones que van desde una respuesta a una pregunta concreta hasta escribir, dibujar o manipular un ordenador o un instrumento musical. De esta manera, el neurocirujano sabe si está ante una región motora del cerebro, un área sensorial o una zona tumoral.
Tras completar el mapa de estas regiones, el neurocirujano lleva a cabo la eliminación del tumor de una manera completa y satisfactoria, protegiendo al mismo tiempo las regiones importantes del cerebro durante toda la intervención.
La recuperación postoperatoria es generalmente mucho más rápida, ya que el paciente no ha estado sometido a una anestesia general prolongada. En ocasiones, dependiendo del tipo de cirugía, podrá ser dado de alta incluso al día siguiente de la intervención.