Bocio, causas, síntomas y tratamiento
El Bocio es un aumento del tamaño de la glándula tiroides. El o la tiroides es una glándula endocrina situada en la parte delantera del cuello que rodea la tráquea y fabrica la hormona tiroidea o Tiroxina que es la hormona que regula el metabolismo del cuerpo.
Tipos de bocio
Básicamente hay dos tipos de bocio:
- Bocio difuso en el que toda la glándula está “difusamente” aumentada de tamaño y normalmente está relacionado con un mal funcionamiento de la glándula: Hipertiroidismo o hipotiroidismo.
- Bocio nodular. El crecimiento en este caso se produce por la aparición de uno o varios nódulos (tumores o bultos). Cuando aparece un solo nódulo (Bocio nodular) puede ser un adenoma, benigno o carcinoma, maligno (7-15%). Cuando aparecen varios nódulos, hablamos de Bocio Multinodular (4% malignos) Cuando el bocio al crecer se introduce en el tórax por debajo de la clavícula y el esternón lo denominamos Bocio endotorácico.
Síntomas
Los síntomas producidos por el crecimiento en sí, de la glándula tiroides son consecuencia de su volumen y compresión de las estructuras vecinas. Por tanto son:
- Aparición de un bulto más o menos estético en la cara anterior del cuello.
- Molestias o dificultad para respirar, tos, ronquido etc. Por compresión de la tráquea.
- Dificultad al tragar por compresión del esófago.
- Cuando el crecimiento es rápido puede producir dolor o sensación de opresión. Hay otros síntomas que son secundarios no al “bulto”, sino a la causa del bocio como pueden ser síntomas de híper o hipotiroidismo o signos de malignidad como la afonía por invasión del nervio laringeo, aparición de metástasis en los ganglios, etc.
Causas y factores de riesgo
Las causas dependen del tipo de bocio, tal como hemos mencionado en el caso del bocio difuso suele aparecer como consecuencia de un mal funcionamiento, híper o hipotiroidismo.
En ocasiones, la tiroiditis, que es una inflamación del tiroides frecuentemente autoinmune, también puede cursar con la aparición de bocio.
Antiguamente era muy frecuente ver personas con bocios gigantes, normalmente eran causados por déficit de yodo y eran frecuentes en ciertas zonas de España en las que no se encontraba yodo en el agua o la dieta que ingerían sus habitantes: hablábamos de Bocio endémico. Hoy en día con la adición de yodo a la sal, prácticamente han desaparecido.
También en muchos casos hay una predisposición genética que favorece a la aparición tanto de bocios multinodulares benignos como del cáncer de tiroides. No sabemos la causa por la cual los bocios son mucho más frecuentes en el sexo femenino.
La radiación es un factor de riesgo para la aparición de nódulos en el tiroides y, especialmente, de algunos cánceres de tiroides. Esto lo aprendimos 20-30 años después de las explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki. También aprendimos que la radioterapia que hace más de 40 años se utilizaba para el tratamiento del acné facial, la sinusitis y otras patologías de cara y cuello era un factor de riesgo para la aparición del cáncer de tiroides. Por este motivo, estos tratamiento se dejaron de hacer hace ya más de 40 años.
Cómo es el tratamiento o intervención
El tratamiento del bocio, según los casos puede ser con dieta, medicación, cirugía o radioisótopos. La cirugía puede ser más o menos extensa dependiendo del motivo de la intervención. Cuando operamos porque el paciente presenta un nódulo único benigno, normalmente extirpamos únicamente uno de los dos lóbulos (derecho o izquierdo) del tiroides. Si el paciente tiene un cáncer, extirpamos todo el tiroides y los ganglios de alrededor y habitualmente después se le hace un tratamiento con yodo radioactivo. A los pacientes que tienen un bocio multinodular también se les extirpa toda la glándula tiroides. Como en otros campos de la cirugía, cada vez hacemos operaciones menos invasivas o agresivas, con cicatrices más pequeñas y utilizando las nuevas tecnologías.
Cómo es la recuperación
La cirugía del tiroides es menos molesta que la cirugía abdominal. Suele ser poco dolorosa, el paciente puede iniciar la dieta, hablar y levantarse normalmente el mismo día de la operación. La estancia hospitalaria es de uno a tres días y a los 8-10 días puede realizar una actividad prácticamente normal.