Cáncer de mama en mujeres asintomáticas
El cáncer de mama es hoy un importante problema sanitario y social. Una de cada ocho mujeres lo padecerá a lo largo de su vida. El no poder realizar una prevención primaria, ya que los factores de riesgo en su mayoría no lo permiten, nos obliga a poner en marcha campañas de screening, campañas dirigidas a la población -supuestamente sana- que puede padecer la enfermedad sin que se haya manifestado.
Para ello, existe una prueba o examen adecuado: la mamografía. La polémica sobre el posible riesgo de irradiación está resuelta con el empleo de la “mamografía de calidad” con exigencia de aparatos adecuados y ejecución e interpretación por especialistas.
En el cáncer de mama, la imposibilidad de conocer los factores que lo producen (estableciendo una relación causa-efecto directa), unido a que la mayoría de los factores de riesgo no son susceptibles de prevención, nos obliga a realizar exploraciones a mujeres asintomáticas que pueden estar padeciendo la enfermedad sin que ésta se haya manifestado. El conocimiento de la historia natural de la enfermedad y de su comportamiento biológico nos ha permitido establecer unos criterios que, como veremos más adelante, reducen la mortalidad.
El cáncer de mama es, sin duda, la afección oncológica más frecuente en la mujer. Su incidencia aumenta progresivamente debido al aumento de la edad media de vida y al bienestar social, que ha producido cambios en los hábitos de la vida diaria.
Factores de riesgo del cáncer de mama
Los factores que aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama son:
- Sexo: el cáncer de mama es un cáncer fundamentalmente femenino.
- Edad: poco frecuente antes de los treinta y cinco años; a partir de entonces, su incidencia se incrementa rápidamente hasta los sesenta y cinco.
- Antecedentes familiares: existe un aumento de la incidencia de cáncer de mama en aquellas mujeres cuya madre, abuela o hermana hayan padecido una neoplasia mamaria.
- Causas intrínsecas relacionadas con la actividad sexual: menarquía precoz, menopausia tardía y gestaciones después de los treinta años. Todas ellas relacionadas con un hiperestronismo más prolongado.
- Dieta: causa importante comprobada por Haagensen (1981), que compara la incidencia del cáncer de mama en la población japonesa que vive en Japón con las japonesas que viven en América, demostrando que aumenta la incidencia del cáncer de mama hasta igualar a la que presentan las mujeres americanas en la primera generación.
Está reconocido que la dieta rica en grasas animales origina un colesterol fijado a proteínas de baja densidad (LDL- colesterol) que Mettelin (1984) relaciona con el cáncer de mama, ya que es un carcinoma hormonodependiente condicionado por el hiperestronismo, el cual es producido por el aumento del colesterol, del pregnano derivado del anterior y de la aromatización de andrógenos en tejido periférico. Recientemente, investigadores del New York University Medical Center han encontrado bilis en sangre que llega a la mama que podría dañar la célula, jugando así un papel importante la dieta.
- Estados hormonales: los hay que producen aumento de las hormonas hipofisarias, como la prolactina, somatotropina, gonadotropinas hipofisarias y ACTH, ya que estimulan el crecimiento tumoral, como ha podido ser comprobado al detenerse el crecimiento de las metástasis por cáncer de mama en un tercio de los casos, después de hipofisectomía y suprarrenalectomia.
- Causas ambientales: producen estrés o depresión, que conducen a un deficiente estado inmunológico y hormonal, a consecuencia del agotamiento o disminución de los mismos, tal y como se conoce por evidencias científicas fisiológicas de Houssay (1960).
- Causas relacionadas con enfermedades mamarias previas. Mastopatia fibroquistica de grandes elementos que aumenta el riesgo de padecer cáncer de mama en cuatro veces, al igual que la adenosis, papilomatosis multiple, tumor phylloides, etc.
Estos factores de riesgo no permiten la realización de una prevención primaria, por lo que es necesario recurrir a la prevención secundaria, es decir, a la reducción de las tasas de mortalidad basadas en un diagnóstico precoz y en un rápido tratamiento de la enfermedad.
La importancia del diagnóstico precoz del cáncer de mama
La supervivencia y calidad de vida de las mujeres que han padecido un cáncer de mama aumenta gracias al diagnóstico precoz. De ello se han derivado tres cambios importantes:
- Aumento de la esperanza de vida
- Curación de un mayor número de pacientes
- Reducción de la mortalidad
- Tratamientos menos agresivos
En nuestra sociedad hay una serie de factores que interfieren la práctica habitual de revisiones mamarias. Por ejemplo, una mala o insuficiente información hace que los pacientes en ocasiones acudan tarde o en momentos no adecuados al especialista en el diagnóstico de la patología mamaria, a causa de cancerofobia injustificada. Otras veces rechazan una exploración indicada, como es la mamografía por miedo a la Cancerogénesis.
Es sabido que el tamaño tumoral es un importante factor pronóstico. Por otra parte, la capacidad de discriminación táctil no permite determinar tumores de menor tamaño a 1 cm, y son esos tumores los que más pueden verse beneficiados del diagnóstico temprano. Para ellos la mamografía en pacientes asintomáticos tiene la mayor utilidad.
Tratamiento del cáncer de mama: decálogo de criterios de efectividad
Cuando nos planteamos el diagnóstico precoz de las enfermedades de la mama debemos tener en cuenta el decálogo de criterios de efectividad para la realización de un programa de screening, formulado por primera vez en 1968 por Wilson y Jungner para la OMS:
- La condición o enfermedad examinada debe ser un importante problema de salud.
- La historia natural de la enfermedad debe ser adecuadamente comprendida y conocida.
- El período latente o precoz de la enfermedad debe ser identificable. Cuanta más larga sea la fase preclínica del tumor, más interés tiene el despistaje.
- El tratamiento de la enfermedad en un período precoz debe ser más beneficioso que el tratamiento comenzado en un período más tardío. Con ello se disminuyen las mutilaciones, tratamientos adyuvantes y mortalidad.
- Debe existir una prueba o examen adecuado. En el caso del cáncer de mama la mamografía, por su sensibilidad y especificidad, es la única prueba a valorar. La mamografía detecta alrededor de un 80%-90% de los cánceres de mama, teniendo una especificidad del 95% en screening prevalente.
- Dicha prueba debe ser aceptable para la población. La efectividad del programa es altamente dependiente de la tasa de asistencia de las mujeres. Diversas evidencias científicas realizadas en Nueva York demuestran que asistieron el 65% de las mujeres y se demostró que era suficiente, aunque no ideal, para tener un impacto sobre la mortalidad (a mayor participación, mayor beneficio).
- Deben existir medios adecuados para el diagnóstico y tratamiento de las anomalías detectadas. La prueba de screening no es diagnóstico, sino que clasifica a la población en positivos y negativos. Las mujeres con mamografía positiva deber ser diagnosticadas; diagnóstico y tratamiento deber ser desviados hacia los correspondientes especialistas.
- En enfermedades de comienzo insidioso, el screening debe repetirse a intervalos determinados por la historia natural de la enfermedad. En principio se aconseja una periodicidad anual en edades de riesgo.
- Deben existir criterios unificados sobre la población sometida a screening. La población a incluir debe ser la que está en riesgo de padecer la enfermedad.
- El coste de un programa de screening debe estar compensado con el beneficio que produce. Beneficio en términos de mortalidad reducida y ganancias en rendimiento.
Se utilizan análisis de coste-utilidad para valor el screening de cáncer de mama en términos de coste por año extra de vida ganado, y coste por año de vida ajustado a la calidad de vida ganada.
La mamografía como método eficaz para el diagnóstico del cáncer de mama
A la vista de la experiencia y los resultados obtenidos por los diferentes grupos de trabajo, podemos afirmar que las campañas de detección y diagnóstico del cáncer de mama en investigaciones precoces han demostrado que se puede reducir la tasa de mortalidad al menos en un 30%, sobre todo gracias a la mamografía.
No olvidemos que la mamografía es capaz de detectar un 80%-90% de los cánceres de mama, con una especificidad del 95%. Sin embargo, hay todavía países o zonas geográficas en las que no se han puesto en marcha estas campañas de detección.
El médico en general, y en particular los médicos generales, médicos de trabajo y los Ginecólogos, se sensibilizan cada vez más y de forma más especial en el diagnóstico del cáncer de mama en sus análisis más iniciales, ya que son conscientes de la frecuencia y la gravedad de esta enfermedad.
Campañas de detección precoz del cáncer de mama en otros grupos de edad
En mujeres cuya edad no alcance los 45 años, la utilización de la mamografía dentro de campañas de screening es un tema muy debatido en la actualidad. Existen campañas en la que la convocatoria incluye mujeres de 35 a 45 años si presentan antecedentes familiares de cáncer de mama en primer grado.
Conclusiones
Por todo ello, revisarse las mamas debe ser un hecho rutinario, ya que el beneficio social y sanitario es muy importante. Es nuestra responsabilidad transmitir la necesidad de la realización de la mamografía en edades de riesgo, así como facilitarles que puedan llevarla a cabo ya que este es el unido método con auténtica efectividad en el screening mamario. Actualmente, y pese a las unánimes recomendaciones hechas por las Organizaciones Nacionales Sanitarias y la OMS de que todas las mujeres en edad de riesgo se hagan un screening anual, no todas lo realizan. Es, por tanto, prioritario que médicos, administración, sociedad….realicen el máximo esfuerzo en mejorar los resultados en la lucha contra el cáncer de mama.