Cardiología Intervencionista en Patología Coronaria
¿Qué es la cardiología intervencionista?
La Cardiología Intervencionista es la subespecialidad de la cardiología dedicada al diagnóstico y tratamiento de la enfermedad aterosclerótica de las arterias coronarias y de algunas enfermedades estructurales del corazón por medio de tubos muy finos, denominados catéteres. A diferencia de la cirugía, que requiere una herida y abrir el tórax para llegar al corazón, en los procedimientos intervencionistas se introducen estos catéteres por una arteria o vena de la pierna o del brazo. El catéter accede al corazón siguiendo el trayecto de la arteria/vena y permite realizar el procedimiento diagnóstico y/o terapéutico sobre sus arterias y estructuras. Dado que este tipo de procedimientos no implica corazón abierto se consideran cirugía mínimamente invasiva. Al ser una sub-especialidad de cardiología, el medico cardiólogo recibe entrenamiento especial en el uso de catéteres, medios de contraste, fluoroscopia y en las técnicas de angioplastia con balón e implante de stent de las arterias coronarias, que es el procedimiento más frecuentemente realizado.
¿Qué tipos de procedimientos existen?
Podemos clasificar los procedimientos de la cardiología intervencionista en dos tipos principales: coronarios y no coronarios, dependiendo de si se centran en el diagnóstico y tratamiento de la enfermedad aterosclerótica de las arterias coronarias o no.
Los procedimientos coronarios consisten en diagnosticar la presencia de una enfermedad de las arterias coronarias, que son las que aportan la sangre para que el corazón pueda funcionar con normalidad y que en caso de estar enfermas pueden producir angina o infarto. A parte de la posibilidad de diagnosticar una enfermedad de las arterias coronarias, los procedimientos coronarios dan la posibilidad de tratarla. El tratamiento se basa en la introducción en la arteria enferma de una malla de metal o de polímero, llamada stent o scaffold, que ensancha el segmento enfermo y mantiene el vaso abierto. Este particular procedimiento, que se llama angioplastia coronaria, representa el 90% de todos los procedimientos de la cardiología intervencionista.
Los procedimientos no coronarios consisten en el tratamiento de enfermedades estructurales del corazón, como el cierre de comunicaciones anómalas entre dos partes del corazón (cierre de comunicación inter-auricular, de foramen oval permeable, implante de prótesis aórtica transcatéter o reducción de insuficiencia de la válvula mitral a través del implante de una pinza, llamada “Mitraclip”). En particular el implante percutáneo de prótesis aórtica es un procedimiento muy prometedor en el tratamiento de la estenosis aórtica sin necesidad de cirugía cardíaca y, aunque en la actualidad se realiza en pacientes con elevados riesgos quirúrgicos, promete en los próximos años extenderse al tratamiento de pacientes más jóvenes.
¿Cómo se tratan los problemas en las arterias coronarias?
Los problemas en las arterias coronarias se tratan con un procedimiento llamado angioplastia coronaria transluminal percutánea (ACTP), que es una forma de tratamiento no quirúrgico muy efectivo para pacientes con determinadas formas de enfermedad coronaria. Básicamente consiste en la dilatación de las estrecheces (estenosis) localizadas en las arterias que riegan el corazón (coronarias), que previamente han sido identificadas mediante cateterismo cardíaco diagnóstico. Dichas estenosis implican la existencia de obstrucciones en los vasos coronarios que impiden que la sangre acceda normalmente al corazón, pudiendo provocar una angina de pecho o incluso un infarto. El mecanismo para solucionar la obstrucción coronaria con la ACTP es muy variable. En casi la totalidad de los casos se utiliza un catéter muy fino, con un balón en la punta, que se coloca a través de la estenosis. Al inflar a presión el balón, se rompe la placa y se alivia la estrechez. Muy a menudo se precisa, para complementar con éxito el procedimiento, la colocación de una malla metálica o polimérica, denominada stent o scaffold, que soporta las paredes del vaso y garantiza un buen resultado. La vía de abordaje (punción a nivel de la ingle/brazo/codo) es idéntica a la utilizada para el cateterismo aunque los catéteres son, generalmente, de un calibre ligeramente superior. La angioplastia suele ser un procedimiento alternativo al cateterismo diagnóstico, aunque puede hacerse inmediatamente tras éste por lo que se debe contemplar esta posibilidad.
El stent/scaffold (malla metálica/polimérica intracoronaria) es una parte integral del tratamiento con angioplastia y consiste en un delgado tubo de metal o de polímero, que implantado dentro de la arteria coronaria en el sitio donde se dilató la obstrucción, proporciona soporte a la pared arterial y ayuda a mantener la arteria abierta.
Desde la descripción de la técnica de angioplastia coronaria con balón en 1977 por el Dr. Andreas Gruentzig, la angioplastia coronaria percutánea con balón ha causado un enorme impacto y se ha establecido como una alternativa mínimamente invasiva a la cirugía de Bypass. Tras la introducción del primer stent para prevenir el cierre de la arteria coronaria, que ya se había dilatado con balón, en el 1982 por el Dr. Ulrich Sigwart, la cardiología intervencionista ha ido avanzando muy rápidamente. Con el paso de los años, el diseño de los stents ha ido mejorando, llegando a día de hoy a su cuarta generación con los stents poliméricos completamente reabsorbibles al cabo de dos años tras su colocación, en comparación con los stents metálicos, que se quedan durante toda la vida dentro de la arteria.
Factores de riesgo en enfermedades coronarias
Los factores de riesgo de padecer enfermedades coronarias se dividen en dos categorías: modificables y no modificables. Los factores de riesgo no modificables son la edad y el hecho de ser hombre o mujer, y son factores sobre los cuales no se puede actuar con ninguna conducta de vida o medicación. Por otro lado los factores de riesgo modificables son factores sobre los cuales los médicos y sobretodo los pacientes pueden actuar, con cambios en el estilo de vida o medicación para tenerlos bajo control y reducir entonces el riesgo de sufrir de una enfermedad de corazón, tanto en prevención primaria como en segundaria. Estos factores de riesgo modificables son la hipertensión arterial, el elevado nivel de colesterol, el tabaco, la diabetes, la obesidad y el sedentarismo. Es importante señalar que mantener un estilo de vida saludable consigue en algunos casos tener bajo control estos factores de riesgo sin necesidad de tomar ninguna medicación. Para ello es necesario abstenerse del tabaco y del alcohol, realizar actividad física cotidiana (caminar 30 minutos/día), seguir una dieta rica en frutas y verduras y con grasa reducida (sobretodo evitando embutidos y carne roja), y mantener un peso óptimo. En casos en los que a pesar de un estilo de vida sano no se consigue controlar estos factores de riesgo cardiovascular, actualmente existen fármacos con alta eficacia como los anti-hipertensivos y las estatinas, por ejemplo.