Cinco claves sobre la fístula anal
Una fístula perianal es una comunicación que se produce entre el recto o el canal anal y la piel perianal, normalmente en la cercanía del ano. La fístula perianal es una enfermedad de incidencia elevada, se produce en más en hombres que en mujeres y suele diagnosticarse inicialmente entre los 30 y los 50 años.
Origen y tipos de fístulas
Esta comunicación se denomina trayecto fistuloso, tiene su origen en un orificio fistuloso interno, dentro del ano, y finaliza en el orificio fistuloso externo, en la piel perianal. En base a la teoría criptoglandular, la mayoría de las fístulas tienen su origen en una obstrucción de unas glándulas del interior del canal anal, cuya función es la de lubricarlo para permitir la salida de las heces. Más raramente, las fístulas se relacionan con traumatismos, fisura anal, enfermedad de Crohn o intervenciones quirúrgicas previas en la región anal.
En su camino desde el interior del ano hasta la piel, este trayecto fistuloso atraviesa el esfínter anal, responsable de la correcta continencia de las deposiciones. Las fístulas se clasifican en función de la zona por donde el trayecto fistuloso atraviesa el esfínter anal.
Fístulas: síntomas
Generalmente, el primer síntoma de una fístula perianal es la aparición de un absceso perianal. Esto es, una bolsa de pus debajo de la piel cercana al ano. Este absceso precisa generalmente de un drenaje quirúrgico como tratamiento inicial. Posteriormente entre un 25% y un 50% de los pacientes desarrollaran una fístula establecida. En este caso, los síntomas más comunes son:
supuración continua o intermitente, que en ocasiones mancha la ropa interior del paciente; dolor en la zona donde se encuentra el orificio fistuloso externo, sobre todo los días anteriores a la supuración y humedad perianal que si se mantiene en el tiempo provoca picores y escozor en la zona de la fístula.
Diferencias entre fístulas y hemorroides
La característica típica de la fistula es la supuración, observándose un material blanco-amarillento. El dolor puede no relacionarse con la deposición y puede aliviarse cuando se produce la supuración.
En cambio, las hemorroides pueden producir sangrado, el paciente puede notar la salida de un “bulto” tras el esfuerzo de la deposición o sentir un dolor más intenso en caso de trombosis hemorroidal.
Tratamiento de la fístula
Si estamos ante una fístula perianal, el único tratamiento definitivo en Coloproctología es la cirugía. Como hemos dicho antes, si el diagnóstico se realiza por la aparición de un abceso perianal, el tratamiento es el drenaje quirúrgico. Esta operación, aunque aparentemente sea simple, es importante realizarla correctamente ya que esto determinará un trayecto fistuloso más corto y evitará la aparición de fístulas con varios trayectos.
Una vez que la fístula ya está establecida, es importante conocer la relación entre el trayecto fistuloso y el esfínter anal, ya que una lesión del mismo podría causar mal funcionamiento del mismo y provocar incontinencia fecal permanente. Si después de la exploración física tenemos dudas de la localización del trayecto fistuloso, realizaremos una ecografía endoanal o una resonancia magnética para conocer la relación entre el la fístula y el esfínter anal.
Si aparece supuración e inflamación importante que dificultan la exploración, puede ser necesario la colocación de un drenaje (sedal laxo) que el paciente llevará hasta la intervención definitiva.
Las fístulas perianales simples (el trayecto atraviesa sólo el esfínter interno y la parte inferior del esfínter externo), se tratan mediante fistulotomía. En esta operación, el cirujano coloproctólogo cortará la piel y parte del músculo del esfínter hasta alcanzar el trayecto fistuloso, poniendo a plano dicho trayecto para que pueda cicatrizar desde el interior hasta el exterior. Es posible que durante la operación de fístula el cirujano modifique la técnica si le parece que puede ocasionar riesgo de incontinencia.
En los casos de fístulas perianales complejas (afectan a más de la mitad del esfínter externo o tienen varios trayectos) disponemos de diferentes técnicas. El aspecto común a todas estas técnicas es la ausencia de sección del esfínter. Las técnicas más sencillas se basan en el relleno del trayecto fistuloso de diferentes materiales (fibrin glue injection o plugs) que buscan la cicatrización del trayecto. En otras ocasiones realizaremos un colgajo de avance endoanal con el fin de obliterar el orificio fistuloso interno o una técnica LIFT (ligadura de la fístula en el espacio interesfinteriano). Estas técnicas, si bien protegen la continencia anal, tienen posibilidades variables de recidiva de la fístula.
Prevención de las fístulas
La mayoría de las fístulas se producen por una obstrucción de unas glándulas localizadas en el interior del canal anal. No hay medidas que prevengan esta obstrucción, pero si es importante la valoración y tratamiento correcto por el cirujano ante toda sospecha de abceso perianal para evitar el desarrollo de fístulas complejas. En el mismo sentido es importante el tratamiento correcto de las fisuras anales, que en ocasiones son el inicio de una fístula posterior.
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