Cirugía post-bariátrica, broche final al tratamiento
La cirugía bariátrica ha pasado de ser una cirugía compleja y arriesgada a ser una cirugía con altos índices de seguridad y con unos resultados excelentes. Con ella se consiguen pérdidas ponderales de hasta treinta, cuarenta o incluso más kilos, pasando de obesos de más de un centenar de kilos a normopeso o solo un discreto sobrepeso.
Tras esta cirugía, los pacientes se sienten enormemente satisfechos. El problema viene cuando tienen que enfrentarse a su nueva imagen corporal. Adelgazamientos tan llamativos y en un tiempo corto deja como secuelas excesos de piel y tejido adiposo que cuelgan inmisericordes del abdomen, los muslos, los brazos y el pecho, delatando el voluminoso pasado e imposibilitando muchas veces la satisfacción personal del paciente con serios problemas de autoestima y en sus relaciones sociales y de pareja.
Operaciones como la abdominoplastia, la cruroplastia de los muslos y la braquioplastia de los brazos, así como la corrección de la flacidez y atrofia del tejido mamario, son habituales y fuertemente demandadas por estos pacientes.
El momento ideal para afrontar esta cirugía es cuando han pasado al menos dos años de la operación del bypass gástrico o reducción del estómago, y tras haber pasado al menos seis meses de estabilización del peso, con mínimas oscilaciones.
Aunque es verdad que estas operaciones tienen más complicaciones que las meramente estéticas, lo cierto es que el grado de satisfacción de estos pacientes es muy alto y su mejora tanto física como psicosocial muy evidente.
Se trata del broche final al tratamiento eficaz de una patología con una elevada morbilidad añadida y un coste psicológico y de adaptación social muy importante.