Cómo establecer el mejor régimen de custodia en una separación
Cuando una pareja se separa los hijos son los principales afectados. Una separación es siempre un momento de crisis, de duelo y de pérdida, tanto en la vida de los padres como en la de los menores implicados; ya que supondrá un cambio significativo en la vida de todo el núcleo familiar. Precisamente por ello, los padres, entendiendo que los niños son la parte más vulnerable de la familia, deben intentar preservarlos lo máximo posible de los posibles conflictos que vayan surgiendo durante la separación y no implicarlos ni directa ni indirectamente en la gestión o proceso de separación.
Separación: cómo actuar delante de los menores
Lo principal es actuar siempre buscando el mayor beneficio de los hijos. Esto quiere decir, entre otras cosas, implicarles lo mínimo posible dentro de un conflicto de separación. Es decir, no hacerles partícipe del conflicto ni intentar que los menores se posicionen a favor de uno o de otro. Es habitual ver a los padres cómo son incapaces de aislar a los hijos de las discusiones con el otro progenitor. Esto conlleva que los menores tengan actitudes que se deberían intentar evitar, ya que inevitablemente, por supervivencia dentro del conflicto, los menores tienden a tomar una posición activa dentro del conflicto, lo que más tarde puede repercutir en el vínculo afectivo del niño con sus progenitores custodios.
Separación: régimen de custodia
El régimen de custodia debe ser el que más beneficie a los menores implicados. Algunos de los factores que se deben tener en cuenta a la hora de establecer un régimen de custodia son:
- cómo se ajustaba la familia antes de la ruptura
- quién era el cuidador principal
- cómo eran las rutinas del niño
- la edad del menor
- la implicación de cada progenitor en el cuidado de los menores por cualidad y no cantidad de horas
Estos factores, entre otros, indicarán de manera implícita qué tipo de régimen de custodia va a suponer un cambio menos agresivo para los niños. Aunque el ajuste post-divorcio es algo muy a tener en cuenta, también hay otros aspectos muy importantes. De hecho, los especialistas en Psicología afirman que si la situación es que un padre y una madre son idóneos parentalmente, tienen un buen vínculo afectivo con su hijo menor y tienen el deseo y la disponibilidad logística de ejercer la guarda y custodia compartida de su hijo, ahora mismo se considera ésta como la más óptima para las familias que se separan.
Éste debería ser el régimen de custodia inicial a escoger y buscar factores que pudieran desaconsejarla, y no de forma contraria buscar qué elementos favorecen un régimen de custodia a favor de uno u otro progenitor. Si ambos progenitores se han implicado con calidad en la educación y vinculación afectiva de los menores, éstos desean estar por igual con sus padres.
Cada familia debe analizarse como un caso aislado y no se debería caer en el error de intentar encontrar una fórmula mágica perfecta que sirva para todos los casos. Como se ha comentado anteriormente, si se cumplen todos los requisitos para que una custodia compartida sea posible, ésta debería ser la opción preferencial por encima de cualquier otra.
Aun así, hay veces que, ya sea por nivel de implicación de alguno de los padres antes de la separación o por simples cuestiones logísticas (un padre que viaja mucho al extranjero por trabajo), hay veces que se debe adaptar este régimen al mayor interés del menor. En todo caso, lo que sí debería preservarse siempre es el derecho que tiene el niño a tener un contacto y un vínculo sano con ambos progenitores y, por lo tanto, aunque uno de ellos tenga la custodia exclusiva, debería intentar fomentarse y otorgar un régimen de visitas que sea lo más amplio posible para el progenitor no custodio.
Separación: qué atención dedicarle al menor
El estar o no más pendiente del niño depende de cada caso en concreto. Como se ha comentado, lo mejor que se puede hacer para proteger al menor ante un proceso tan traumático como que sus padres se separen, es aislarlo del conflicto entre los adultos. Si se hace eso, hay muchas posibilidades de que el niño asuma la separación de una manera sana, sin culpabilizar ni posicionarse hacia ninguna de las partes. Aún así, es probable que de manera implícita o explícita, el menor no acepte la separación parental y esto es algo que requerirá tiempo, como cualquier otro duelo. Mientras dure este proceso, lo mejor que los padres pueden hacer es demostrarle a su hijo que no ha perdido a ninguno de sus dos padres y que seguirá contando con ambos aunque ya no estén juntos, para que él mismo pueda ir asimilando poco a poco la nueva situación.