¿Cómo se puede tratar un tumor cerebral?
Existen dos tipos de tumores cerebrales:
- Primarios; aquellos que se originan en el tejido neuroepitelial, en las meninges, en los nervios craneales, en las células de la sangre, en las células germinales, en la región de la hipófisis y aquellos que se extienden desde regiones adyacentes.
- Secundarios; las metástasis, es decir, tumores cerebrales que se implantan en el cerebro, pero cuyo origen está en algún foco del organismo distinto del cerebro. Por ejemplo, un cáncer de pulmón puede enviar células cancerígenas a la circulación sanguínea y terminar depositándolas en el cerebro y dando lugar a la creación de un tumor metastático cerebral. Estos tumores son los más frecuentes de todos y, en algunas ocasiones, si se logran tratar adecuadamente el paciente puede estar curado, siempre que el tumor primitivo esté erradicado.
Factores de riesgo del tumor cerebral
El principal factor que aumenta considerablemente el riesgo de desarrollar un tumor cerebral es la exposición a radiaciones ionizantes.
Por otro lado, hay factores a los que se les ha atribuido alguna influencia (aunque hasta ahora sin confirmación científica): algunos factores ambientales, como pueden ser la alimentación, el tabaco, el uso de teléfonos móviles, etc.
Síntomas de tumor cerebral
La forma más común de presentación de un tumor cerebral es un déficit neurológico progresivo; generalmente una pérdida de fuerza en alguna extremidad. El dolor de cabeza es también un síntoma de inicio frecuente, así como las crisis epilépticas.
Otros síntomas pueden ser alteraciones mentales, como depresión, apatía, somnolencia o confusión. También las náuseas y los vómitos se pueden manifestar, más usualmente en tumores de la región del cerebelo y tronco cerebral, o los trastornos visuales y endocrinos en los tumores de la hipófisis y su región.
Diagnóstico del tumor cerebral
El diagnóstico de inicio de un tumor cerebral suele ser la tomografía axial computarizada (TAC), vulgarmente llamado escáner. Esto es así porque es el método más rápido y sencillo para hacer una primera aproximación.
Cuando un paciente presenta alguno de los síntomas mencionados previamente consultará al especialista en Neurocirugía, aunque la mayoría de las veces lo hará acudiendo a un servicio de urgencias, dada la alarma que se genera.
Posteriormente, la segunda prueba diagnóstica a realizar será una resonancia nuclear magnética (RNM) cerebral, que nos dará muchos más detalles de la tumoración, sobre todo en cuanto a su naturaleza, localización, comportamiento y afectación de áreas elocuentes del cerebro, como pueden ser las áreas motora, sensitiva o visual, o la del lenguaje o la región del tronco cerebral así como la de los núcleos grises de la base, etc.
Otras pruebas diagnósticas, ya en una segunda línea de importancia, son la angiografía cerebral, si sospechamos que el tumor va a tener mucho aporte sanguíneo, o pruebas neurofisiológicas (electroencefalograma, potenciales evocados).
Tratamientos para el tumor cerebral
En las últimas décadas se ha avanzado una enormidad en el diagnóstico y tratamiento de los tumores cerebrales. El TAC y la RNM han posibilitado hacer un diagnóstico bastante precoz de un tumor cerebral, lo cual permite coger a tiempo una gran cantidad de estas lesiones. También nos hacen tener una idea muy aproximada de la localización precisa del tumor, así como su relación con las estructuras adyacentes, muchas de las cuales tienen funciones importantísimas y que por consiguiente deben ser tratadas con muchísimo cuidado.
Otro avance fundamental es contar con la ayuda del neuronavegador. Gracias a él podemos localizar casi con total precisión un tumor cerebral y no causar daño a las estructuras vecinas durante la realización de la cirugía. Estos aparatos también nos dan la opción de tomar una biopsia milimétrica de un tumor cerebral con un rigor extremo, lo cual nos puede dar el diagnóstico histológico del proceso sin tener que abordarlo con grandes operaciones y, lo que es más importante, sin dañar el tejido cerebral situado alrededor del tumor. Este abordaje se suele hacer en tumores que sospechamos que son malignos y que están ubicados en la profundidad del cerebro, donde el acceso es muy limitado. Así obtendríamos la confirmación histológica de su malignidad y actuaríamos en consecuencia, posiblemente con radioterapia y quimioterapia exclusivamente.
Otras herramientas con las que trabajamos habitualmente dentro del quirófano son la resonancia magnética intraoperatoria y el Oarm-TAC, que nos ayudan a tomar decisiones durante el acto quirúrgico y a realizar la propia cirugía.
En el tratamiento quirúrgico hay que resaltar el aspirador ultrasónico que facilita la extirpación de los tumores mediante fragmentación (ultrasonido) y aspiración del tejido tumoral sin provocar una tracción importante que pudiera ser dañina.
Por su parte, la neuroendoscopia ha supuesto un escalón más en el tratamiento quirúrgico de algunos tumores cerebrales localizados en la base del cráneo y en la línea media. Gracias a ella, los abordajes son poco invasivos y los resultados excelentes.
La radiocirugía es una modalidad de tratamiento que consiste en dar radioterapia de forma focalizada y muy precisa sobre un tumor cerebral, generalmente profundo, evitando la radiación sobre el tejido cerebral circundante. Esta modalidad terapéutica, aunque no elimina el tumor, consigue -en la mayoría de los casos- frenar el crecimiento del mismo.