¿Cuáles son las causas y el diagnóstico de la artritis reumatoide?
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria de las articulaciones que causa su hinchazón y dolor, además de incapacidad funcional. Esta patología se caracteriza por ser:
- Crónica, es decir, sus síntomas perduran durante meses/años si no se actúa sobre ellos;
- Poliarticular: afecta generalmente a múltiples articulaciones, especialmente a las pequeñas articulaciones de las manos y los pies; las muñecas, codos, hombros, caderas, rodillas y tobillos.
- Potencialmente erosiva; esto quiere decir que la inflamación de las articulaciones puede actuar (si no se mitiga su efecto) como la carcoma y disolver y deshacer el hueso de la articulación, deformándola.
La enfermedad aparece con mayor frecuencia en las mujeres, en la edad media de la vida (30-50 años), aunque también se pueden ver casos en hombres y en edades avanzadas. En algunos pacientes, además de la artritis se pueden producir síntomas generales (fiebre o febrícula, cansancio y fatigabilidad fácil, pérdida de apetito), junto con hallazgos extra-articulares en piel, pulmón, corazón y ojos. Generalmente, la artritis reumatoide no afecta a la columna lumbar.
Artritis reumatoide: causas
No se conoce la causa exacta de la artritis reumatoide, pero se piensa que debe ser la consecuencia de la acción de un agente ambiental (probablemente un microbio, o una parte del mismo) actuando sobre un organismo susceptible determinado, portador de determinadas características genéticas.
Los pacientes con artritis reumatoide suelen tener en su familia directa otros parientes que padecen esta misma enfermedad u otras formas de artritis relacionadas. Otros factores de riesgo son el tabaco y una mala higiene orodental. Así pues, la enfermedad periodontal podría contribuir a la aparición de esta enfermedad.
Sea cual sea el agente desencadenante, lo que origina es una mala regulación del sistema inmunitario de la persona; de esta manera el propio organismo deja de reconocer como propias sustancias que lo son y produce anticuerpos contra ellas que originan una inflamación crónica, habitualmente en las articulaciones.
Lo que primero se inflama es la membrana sinovial articular: una estructura que produce el líquido sinovial, fluido que actua como lubricante y nutriente de los otros componentes de la articulación. Al inflamarse esta membrana se hincha y aumenta el tamaño de la articulación. La inflamación origina la salida de más líquido y el consiguiente derrame articular. Finalmente, este proceso puede liberar sustancias muy nocivas de tipo enzimático, capaces de destruir los otros componentes de la articulación, especialmente el cartílago y el hueso.
Artritis reumatoide: síntomas
La artritis reumatoide produce dolor y aumento del tamaño de las articulaciones. El dolor es continúo: aparece cuando se moviliza la articulación pero también en reposo. Puede llegar a ser muy intenso durante el descanso nocturno y se acompaña de forma característica de rigidez matutina generalizada, que desaparece durante el día, a medida que la actividad física de la jornada se va desarrollando.
La inflamación se suele localizar en manos, rodillas, y pies. Las articulaciones finales de las nudillos de los dedos de las manos y la columna vertebral (salvo a veces la columna cervical) no se ven afectadas nunca.
Además, pueden producirse síntomas de afectación general, como sensación de fiebre, cansancio, dolor muscular, afectación ocular o de la piel (con nódulos).
Artritis reumatoide: diagnóstico
Lo más importante son los síntomas que refiere el paciente y los hallazgos que encuentra el médico en la exploración. Por eso es importante que en caso de duda se acuda a un especialista en Reumatología que emita su opinión de experto.
Algunos análisis son muy útiles para confirmar la existencia de inflamación (proteína C reactiva) y determinar que la misma podría estar en relación con una artritis reumatoide (factor reumatoide, anticuerpos contra péptidos citrulinados cíclicos). Si se consigue extraer líquido de una articulación con derrame eso puede ayudar al diagnóstico.
La radiología también puede ayudar, visualizando las erosiones articulares características de la enfermedad.
Por otro lado, hay que diferenciar entre la artritis reumatoide de otras formas de artritis (gota, pseudogota, artritis psoriásica, espondilitis anquilosante) y de la artrosis (sobre todo de la artrosis de manos).
Artritis reumatoide: tratamiento
Es muy importante diagnosticar cuanto antes la enfermedad y actuar enérgicamente sobre ella para controlar enseguida la inflamación y evitar que aparezca un daño irreversible articular. Hoy día tenemos un amplio arsenal de medidas terapéuticas potencialmente capaces de eliminar el dolor y la inflamación articular, evitando el deterioro articular y la discapacidad. Entre ellas se incluyen, fundamentalmente, el metotrexato, la leflunomida, los fármacos biológicos anti-TNF, el abatacept, el rituximab y el tocilizumab.
Artritis reumatoide: pronóstico
Al no conocer su causa definitiva, la enfermedad no se puede prevenir. Por esto motivo es muy importante su diagnóstico precoz. Una intervención terapéutica temprana, cercana a la fecha de los primeros síntomas, resulta de gran utilidad y mejora muchísimo el pronóstico.
Es importante seguir los consejos e indicaciones de su médico y realizar las visitas de seguimiento y pruebas que se le indiquen. Está completamente demostrado que, en la artritis reumatoide, cuanto más estrecho y cercano es el seguimiento médico de la enfermedad, mejor es el pronóstico y resultado final de la actuación médica.