Cuidados de la vulva ante molestias del día a día
Una patología importante en nuestro quehacer diario es la que afecta a la vulva. Excluyendo la patología infecciosa (foliculitis, candidiasis, eritema, herpes, papilomas…), tumoral o inflamatoria, que precisa una terapia específica a base de los fármacos o las actuaciones específicas, existe una serie de patologías que deben ser tratadas, ya que afectan el bienestar de la mujer en su día a día. Es más fácil explicar los diferentes tratamientos locales necesarios para la vulva, y para qué sirven.
Patología de la vulva: tratamientos cotidianos disponibles
- Hidratantes: en los casos de vulvas irritadas por el uso de ropas ajustadas, higiene excesiva o con jabones inadecuados, menopausia no tratada, uso habitual de compresas e incontinencia de orina. Se trata de preparados a base de ácido hialurónico, centella asiática, aloe vera o camomila. Se pueden aplicar varias veces al día, dependiendo de la sintomatología.
- Geles/jabones: la vulva tiene un pH ácido y el manto ácido que la recubre es muy lábil y fácil de destruir. Deberían emplearse productos no jabonosos, con pH adecuado. Los mejores son a base de ácido láctico, camomila, extracto de bardana o bencidamina.
- Agentes reparadores: en situaciones como, por ejemplo, tras el parto, la cirugía vulvoperineal o relaciones sexuales agresivas. Los mejores son a base de centella asiática, que pueden combinarse con otros componentes.
- Probióticos: tras tratamientos con antibióticos, o en casos de disminución de la inmunidad, puede hacer falta ayudar a mejorar la flora local con agentes acidificantes, tales como el ácido láctico y derivados.
- Anestésicos locales: en situaciones que provoquen dolor, como la postcirugía, la depilación con sistemas no adecuados, heridas o escoriaciones, existen una serie de cremas especialmente a base de lidocaina o benzocaina extremadamente eficaces.
- Lubrificantes: se recomiendan para mejorar las relaciones sexuales en casos de baja secreción lubrificante. Son a base de sustancias lubrificantes que no dañan la flora vaginal, y no irritan. Deben evitarse muchos lubrificantes comerciales que contienen, por ejemplo, mentol, para provocar una teórica mayor situación de placer y que, en cambio, suelen ser muy irritantes.
Ante cualquiera de las situaciones que antes mencionamos, se debe acudir al especialista en Ginecología y Obstetricia quien, tras el examen, prescribirá el mejor tratamiento, y aconsejará cómo evitar que se repitan estas situaciones.