Duelo y pérdida: cómo superarlo y cuándo es necesaria la ayuda psicológica
Las pérdidas, a lo largo de una vida, son múltiples y variadas, además de inevitables. La no elaboración de un duelo importante predispone a dificultades con otros duelos. Un duelo o un conjunto de duelos mal elaborados puede cronificarse en cualquier enfermedad mental.
En cambio, si los sistemas de contención del dolor y el sufrimiento emocional son flexibles y receptivos, conducen a un duelo elaborado que puede conllevar un aumento de la creatividad del individuo y de sus capacidades de relación interna y externas. Se ha de tener presente la importancia que tienen los procesos de duelo para la estructuración de la personalidad y para la salud mental.
Existen distintos tipos de pérdidas por las que (todas las personas pasaremos) podemos pasar a lo largo de nuestras vidas:
- Pérdida de personas: por muerte, divorcio, emigración, hijos que se independizan.
- Pérdida de objetos: por robo, catástrofes o dificultades económicas.
- Pérdida de capacidades físicas, por problemas físicos o envejecimiento.
- Pérdida de estatus, por cambio de trabajo.
- Pérdida de animales de compañía
¿Qué es el duelo?
El duelo es el proceso normal de la elaboración de una pérdida, que tiene por objetivo la reorganización sentimental, cognitiva y social, aceptar la pérdida y seguir un nuevo camino.
Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con las emociones que esta pérdida provoca e irlas comprendiendo, asumiendo y acabar aceptando la nueva realidad interna y externa de la persona.
Entendemos por duelo y procesos de duelo el conjunto de emociones, representaciones mentales y conductas vinculadas con la pérdida, la frustración o dolor.
La duración del duelo en el tiempo depende de cada individuo pero, en general, podemos pensar en lo que se hacía antiguamente, cuando las personas estaban de luto. El primer año vestían de negro riguroso y el segundo, de gris y morado. Hoy en día no vamos de luto, pero internamente sí que el primer año es negro y el segundo gris y morado. En principio, un duelo no se ha de alargar más de dos años y medio.
¿Qué reacciones normales sentimos ante una pérdida?
Cuando el ser humano sufre una pérdida, reacciona de distintas formas consideradas normales. Las más comunes son:
- Sentimientos: tristeza, rabia, culpa, recriminaciones, sensación de vacío, ansiedad, soledad, miedo a tener la misma enfermedad que la persona a la que se ha perdido, alivio, impotencia, etc.
- Síntomas físicos: opresión en el pecho, ahogo, contracturas musculares, dolores de cabeza, insomnio, etc.
- Conductas: llorar, no querer desprenderse de los objetos de la persona perdida, hiperactividad, etc.
Que aparezca lo que se ha descrito es habitual; lo que puede preocupar es el grado de intensidad y su mantenimiento en el tiempo.
¿El paciente pasa por unas fases determinadas para superar el duelo?
En general, la persona en duelo pasa por cinco fases, pero no significa que todas las personas tengan que atravesar las cinco etapas, y no aparecen siempre en el mismo orden.
- Negación: Es un mecanismo de defensa para aplazar el dolor que nos produce esta realidad. Eso significa que sabemos que ha ocurrido racionalmente pero no conectamos emocionalmente, como que no nos lo creemos del todo. Es un mecanismo que nos da tiempo para estar más preparado para afrontar el impacto emocional. Aún no nos ha dado tiempo de encajar la noticia.
- Ira: Se siente rabia y resentimiento debido a la frustración de que la pérdida es una realidad y que no se puede hacer nada para cambiarla. Es frecuente que la rabia se dirija hacia personas que no tienen la culpa, o incluso animales y objetos. Es el enfado con la vida que se proyecta en el entorno.
- Negociación: Aparecen ideas de negociar la realidad, es una conducta defensiva que trata de evitar lo inaceptable. Se fantasea con la idea de revertir el proceso y se buscan estrategias. Por ejemplo, es frecuente intentar conexiones sobrenaturales o con entidades divinas.
- Depresión: Se conecta con la realidad de la pérdida plenamente y aparece una sensación de vacío. Inunda una profunda tristeza. Se tiende al aislamiento con la idea de que “nunca podré salir de ese estado”. El apoyo de los seres queridos es completamente necesario.
- Aceptación: Se caracteriza por falta de sentimientos intensos y por el cansancio. A esta etapa se llega débil, lo que se debe al esfuerzo que se ha ido realizando en las etapas anteriores. Es frecuente que se haga una evaluación de la propia vida.
¿Cuándo se considera un duelo patológico?
Cuando el duelo está mal resuelto o se vuelve complicado se considera patológico. También cuando el proceso de duelo se interrumpe. A veces no puede comenzar debido a que es demasiado doloroso o se estanca en alguna etapa, sin poder pasar a otra. También puede ocurrir que vaya haciendo el proceso pero se vuelva a una etapa anterior.
En estos casos pueden aparecer pensamientos de muerte, estado de ánimo deprimido, apatía, cambios físicos como adelgazarse o engordarse en poco tiempo, insomnio, síntomas de ansiedad, falta de concentración y conductas de evitación como consumir alcohol y drogas. También puede aparecer hiperactividad desenfrenada.
La persona se puede quedar atrapada en el mecanismo de defensa con todo el sufrimiento que le puede comportar por no poder tirar adelante su vida, perjudicándose a sí mismo y a los de su entorno.
Tratamiento más adecuado para superar el duelo
Como la persona en duelo lo que más necesita es poder comprender para poder aceptar, el tratamiento más idóneo es la psicoterapia psicodinámica, ya que es una técnica que ayuda a conocerse a uno mismo, estableciendo puentes con las experiencias vividas con las personas significativas a nivel afectivo.
En el tratamiento será esencial que la persona pueda expresar sus sentimientos y no se sienta juzgada sino todo lo contrario, que encuentre un interlocutor que le devuelve compresión a lo que manifiesta y eso le facilite atreverse a seguir adelante, ya que proporciona energía.
La pérdida sufrida no se intentará olvidar, formó parte de nuestra vida y deberá seguir en nuestro recuerdo. Si era una persona querida es necesario que lo vivido con ella lo llevemos en nuestro interior y su recuerdo pueda estar presente, eso no lo perderemos nunca. Si era una persona con la que teníamos conflicto aún será más necesario revisar, analizar y comprender lo que hubo. En estos casos, los duelos son más difíciles de elaborar. Si no era una persona, si se trata de la pérdida de un objeto, un trabajo, etc. hará falta aprender de la experiencia, para que se pueda elaborar.
¿Qué tipo de pacientes suelen acudir a una terapia para superar el duelo?
Cuando una persona se interesa por hacer una terapia con un especialista en Psicología es porque está sufriendo. Desea y necesita vivir de otra manera. Cuando un duelo no se puede elaborar produce un gran sufrimiento a la persona y a los que conviven con ella.
Se puede entrar en un estado de desesperación, por no poder soportar el sufrimiento que comporta la pérdida. También preocupación por sentir dejadez y pasividad, sintiendo que no están viviendo la vida. Y si son padres o madres, se añade el sentimiento de culpa por no estar ocupándose de sus hijos como sienten que corresponde.
En general podemos decir que acuden los pacientes que sufren una complicación del duelo:
- Duelo crónico: duración excesiva y nunca llega a una conclusión satisfactoria. Resistencia a aceptar la pérdida, necesidad de aclarar y afrontar sentimientos confusos y ambivalentes. Para los que tenían una relación muy dependiente con el fallecido, ayudarle a adaptarse a la ausencia y desarrollar las propias habilidades.
- Duelo retrasado: La persona puede haber tenido una reacción emocional en el momento de la pérdida, pero no fue suficiente. Las reacciones retrasadas no solo se pueden desencadenar con una pérdida, también en otras situaciones que reviven la pérdida. Incluso puede ser en el cine o en el teatro.
- Duelo exagerado: La persona se siente desbordada y recurre a una conducta des adaptativa. Es consciente de que sus síntomas están relacionados con la pérdida.
- Duelo enmascarado: Experimentan síntomas y conductas que les causan dificultades, pero no se dan cuenta que están relacionados con la pérdida.