Efectivo tratamiento para dolor neuropático, enfermedad difícil de abordar
El dolor neuropático es muy difícil de tratar y un reto para los profesionales médicos. Se trata de un dolor crónico e intenso que sufren algunas personas debido a la lesión de un nervio. La causa más común se relaciona con lesiones neurales que se producen tras una cirugía o traumatismo.
Dolor neuropático: qué es
El dolor neuropático es un padecimiento en que las personas sufren de un dolor crónico intenso debido al daño o lesión de un nervio. Por tanto, es un dolor y un problema de origen neural. Este daño puede ser ocasionado por muchas causas, tales como alteraciones nutricionales, infecciones, enfermedades autoinmunes o neurales, etc. Sin embargo, lo más frecuente es la lesión neural, que se produce durante una cirugía o en un traumatismo previo (accidente de automóvil, cicatriz por caída, etc.).
El dolor inguinal refractario o intratable es uno de los problemas más complejos que puede presentarse a un médico. Muchas personas han visitado a muchos especialistas del dolor sin encontrar alivio a su dolor de ingle durante años.
Casos en que se da el dolor neuropático
Aunque son muchas las causas, el que mayor interés tiene para la cirugía por su posible tratamiento es el causado por una operación anterior. Lo más típico es un hombre o mujer operado de una hernia con una malla y que, a los pocos días después de la cirugía, empieza con un dolor que no responde a los calmantes normales. También es muy frecuente, tras una cesárea, apendicectomía, incisión ginecológica o traumatismo sobre la pelvis o fracturas.
Causas y síntomas del dolor neuropático
El dolor neuropático aparece después de la lesión de un nervio periférico. Por ejemplo, después de una operación de hernia, se lesiona el nervio ilioinguinal (por quemadura, por la sutura o por la fibrosis al contactar con una malla). Las neuronas del nervio se vuelven sensibles y desarrollan una actividad espontánea anormal, excitabilidad y aumento de la sensibilidad a cualquier estímulo químico, térmico y mecánico (al roce, al frío o calor, a la ropa, etc.). Este fenómeno se llama alodinia (cuando el estímulo inocuo produce una reacción dolorosa intensa) e hiperalgesia (cuando el estímulo nocivo leve produce reacción dolorosa intensa).
El dolor neuropático puede presentarse de forma continua o en forma de episodios (paroxística). Estos últimos se asemejan a una descarga eléctrica. Se suele referir como un ardor o frialdad, sensaciones de que clavan alfileres y agujas, entumecimiento y picazón.
Cómo diagnosticar el dolor neuropático
El diagnóstico debe realizarlo un especialista, y se basa en la presencia de:
- ardor o quemazón sobre la cicatriz con irradiación al interior del muslo o al tubérculo público.
- alteración de la percepción sensorial, sea distesia, hiperostesia o hipostesia, en el territorio del nervio afectado.
- dolor que se alivia tras anestesiar el área de inervación, que es la prueba más importante para solicitar con seguridad la cirugía.
Tratamiento del dolor neuropático y resultados
El dolor neuropático puede ser muy difícil de tratar. Primero es necesario que su médico llegue a un diagnóstico más o menos seguro de qué es lo que está pasando y cuál es el origen de la lesión del nervio. Determinar el mejor tratamiento sigue siendo un reto. Los tratamientos con múltiples fármacos son temporales y no definitivos. Si el diagnóstico es fiable, la infiltración anestésica o los bloqueos son de utilidad, pero la mejor forma de tratamiento es la neurectomía o sección definitiva del nervio lesionado.
El abordaje laparoscópico por parte de un experto en Cirugía General es muy atractivo, ya que evita los tejidos dañados y ofrece una visión más panorámica de la región inguinal extraperitoneal, pudiéndose explorar todos los nervios con un mismo acceso. Dicha operación se realiza con anestesia general y tiene una hora de duración, aproximadamente. Se trabaja con tres trocares y los nervios se cortan con total seguridad y se envían a estudio histológico.
Solo precisa de un día de ingreso hospitalario, realizándose como cirugía ambulatoria de 23 horas. Al día siguiente se da de alta al paciente y puede realizar todas sus actividades sin limitación. No precisa tratamiento alguno ni dieta. El dolor desaparece de forma inmediata y para siempre.