El aneurisma
¿Qué es un Aneurisma?
El Aneurisma es una dilatación segmentaria de una arteria del cuerpo. Podemos decir que el aneurisma degenerativo clásico es de causa desconocida, exceptuando los que están relacionados con patologías concretas como el aneurisma micótico o infeccioso, el aneurisma cerebral, los que son secundarios a algunas enfermedades reumatológicas y la vasculitis. Se sabe que alguna alteración en la pared arterial hace que ésta se debilite y pueda ir dilatándose de forma progresiva, alcanzando diámetros superiores a lo habitual. Podemos hablar de aneurisma cuando la arteria supera un 50% su calibre normal.
¿Dónde puede aparecer?
El aneurisma puede desarrollarse en cualquier arteria de cuerpo, si bien los Angiólogos y Cirujanos Vasculares estamos acostumbrados a determinadas localizaciones frecuentes, como la aorta abdominal y toracoabdominal, la arteria ilíaca, la arteria femoral y la arteria poplítea. Son menos frecuentes aneurismas de otras arterias como las viscerales y renales, los de troncos supraaórticos, los de un miembro superior o los de arterias distales de miembros inferiores. Podemos afirmar que el aneurisma habitual y más conocido por la población es el Anerusima de Aorta, conocido como triple A (AAA).
¿Existen factores de riesgo?
La causa final que origina un aneurisma, especialmente el de aorta, es desconocida, pero sí que podemos hablar de factores de riesgo. La edad es uno de ellos; al tratarse de una patología de crecimiento lento, los AAA en menores de 50 años son casi inexistentes. Es a partir de los 60 años cuando aumenta de forma progresiva su prevalencia en la población. El género es otro factor, dado que es entre 5 y 10 veces más frecuente en varones.
Otros factores de riesgo son el tabaquismo y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la Hipertensión arterial, antecedentes familiares de aneurisma, enfermedades coronarias, la Aterosclerosis obliterante MMII, la Hipercolesterolemia, el Síndrome de Marfan, o el Síndrome de Ehlers-Danlos.
¿Puede prevenirse?
No podemos prevenir el AAA, pero sí que podemos realizar una detección precoz en pacientes con factores de riesgo. Un ecodoppler aórtico nos permite determinar en la mayoría de los casos el diámetro de la arteria con bastante exactitud. De hecho, muchos aneurismas de aorta se descubren en ecografías abdominales realizadas por otro motivo.
¿Qué síntomas provoca?
En muchas ocasiones se trata de una patología sin síntomas que pasa desapercibida. Esto es un problema porque en muchos casos no se detecta hasta que provoca su mayor complicación, la rotura de la arteria, con una mortalidad muy elevada. De ahí la importancia de la detección precoz. La rotura está íntimamente relacionada con el tamaño del aneurisma de aorta (especialmente a partir de los 5 cm) y de su ritmo de crecimiento (sobre todo si crece 0,5 cm en 6 meses).
En algunos pacientes es visible una masa pulsátil abdominal. El AAA puede provocar dolor abdominal o lumbar, bien por si mismo o por la compresión de estructuras vecinas. En raras ocasiones puede desprenderse parte del trombo que se forma habitualmente en la pared del aneurisma y provocar una embolia como primer síntoma.
¿Cómo puede tratarse?
Lo ideal es la reparación quirúrgica antes de que el AAA pueda dar complicaciones. Hoy en día disponemos de dos opciones, y es importante que el Cirujano Vascular domine ambas para poder ofrecer el mejor tratamiento en cada caso. Escogeremos la mejor opción según características anatómicas del aneurisma y su extensión, los factores de riesgo de paciente o la existencia de cirugías previas.
La primera opción es la cirugía clásica abierta, donde se sustituye la aorta enferma por una prótesis. Aunque es un técnica clásica, ha evolucionado mucho en los últimos años beneficiándose de mejoras quirúrgicas y anestésicas. La segunda opción es la cirugía endovascular, más novedosa y menos agresiva, cuyo objetivo es excluir la circulación de la zona de la aorta dilatada mediante la colocación de prótesis que se liberan tras navegar por dentro de las arterias.
En general la cirugía convencional es más agresiva per más resolutiva, mientras que la opción endovascular es menos agresiva pero menos definitiva. Lo importante es que el Cirujano vascular, en consenso con el paciente, elija la opción más adecuada en cada caso.