El papel de los padres en psicoterapia infantil
Cuando los padres toman la decisión de consultar a un especialista sobre las dificultades y síntomas de su hijo/a, generalmente se ha producido una primera decepción en las expectativas que depositaban en ellos (aquello que nosotros no pudimos ser y que proyectamos en nuestros hijos). A veces los padres tienen suficiente capacidad para soportar esta primera frustración, otras será necesario tomar muy en cuenta esta herida a su autoestima, ya que de ello dependerá la colaboración y participación en el tratamiento, requisito indispensable para la cura del paciente, (Alianza terapéutica de los padres, Badoni,2002).
Muchos padres se culpabilizan cuando se diagnostica algún tipo de trastorno psicológico en sus hijos, piensan qué es lo que han hecho mal o se sientes malos padres. Cuando este sentimiento es muy fuerte ello repercutirá en sentido contrario a la cura e incluso podrá provocar la interrupción del tratamiento. Los padres pueden sentirse fácilmente juzgados por el profesional y por ello tenderán a evitar cualquier consideración respecto a su participación o responsabilidad en las dificultades del hijo/a. En las entrevistas con los padres se tomará muy en cuenta esta identidad parental dañada, afectada, para articularla de forma pertinente a la disfunción familiar, buscando el sentido del malestar de cada uno de los padres, favoreciendo la propia comprensión del justo nivel de participación y responsabilidad en el síntoma o malestar de su hijo.
Trabajo conjunto: padres e hijos
Según la edad del niño y el tipo de sintomatología, será más necesario el trabajo con los padres, a veces en sesiones conjuntas niño/padres, otras en sesiones individuales con los padres para realizar una investigación retrospectiva de la evolución del niño/a en profundidad, para tratar aspectos específicos de la vinculación de alguno de los padres, etc… Otras veces la dificultad de los padres consiste en que a lo largo del tratamiento, la mejoría del hijo pone en cuestión y deja al descubierto las propias carencias-conflictos de los padres, poniéndose en crisis la pareja parental, o alguno de sus componentes. Permitir la evolución diferenciada y separada de su hijo/a comportará un esfuerzo en reorganizar la dinámica familiar y tratar los aspectos disfuncionales que sustentaban el síntoma. La excesiva atención hacia el síntoma o malestar del hijo produce a menudo la desatención en la relación de pareja, con el consecuente deterioro de las capacidades parentales en juego, en un espiral de retroalimentación.
Conexión progenitor-hijo
De alguna manera, la función materna y la función paterna se inauguran con el deseo de hijo, sea o no consciente. Este deseo forma parte de la estructura de la personalidad, es decir, se conecta con la parte más infantil de nuestro ser. Ser padre o ser madre requerirá pues de la conexión con el niño que fuimos, con nuestras necesidades y deseos más íntimos, y del juego de identificaciones con el hijo real. Para ello se tomará en consideración la historia de la pareja, así como las propias historias personales de cada uno de los padres, con sus mitos y creencias.