¿Empatía o Amor por el paciente?
Desde tiempos inmemoriales existen “hospitales” para la atención de pobres y desvalidos.
Caridad a los pacientes
Con la aparición de las órdenes monacales, se organizaron también hospitales, por ejemplo en Francia con la denominación de “Hôtel-Dieu”. Eran atendidos por religiosos. Por supuesto no tenían las herramientas de la Medicina “moderna”. Hacían poco más que acompañar. Se dedicaban caritativamente a la atención de los pobres, enfermos, desvalidos y hasta de los “locos”. Pero con “caridad”, es decir “amor” por estas personas sufrientes. Tenían el concepto de que las personas eran todas criaturas de Dios, a las cuales había que amar como lo había indicado Cristo. Y esto duró siglos.
Los alienistas
Después de la Revolución Francesa aparecieron los “alienistas” que se dedicaban más que todo a observar la Enfermedad Mental y a describirla. Ya iba perdiendo su componente caritativo. Y entonces fue evolucionando la Medicina, con la aparición de la Anestesia a mediados del Siglo XIX, Los antibióticos, con Flemming, en la primera parte del Siglo XX, el respirador artificial, luego de la Segunda Guerra Mundial, nuevas drogas, las técnicas modernas de diagnóstico y tratamiento, etc.
Al principio del siglo XX se desarrolló el concepto de “empatía” que era la habilidad tanto cognitiva como emocional o afectiva del individuo, en la cual este es capaz de ponerse en la situación emocional de otro. Pero esto ya es un retroceso con respecto a la “caridad”, es decir “amor” por el paciente que es algo mucho más profundo. La empatía supone una cierta distancia. Entender, más no involucrarse… La caridad implica la “compasión”, acompañar al otro en su dolor.
En la visión mecanicista de la medicina actual, frecuentemente falta la empatía, y ni que hablar del amor hacia el paciente. "En mi experiencia personal, como Psiquiatra, se logran muchos mejores resultados en el tratamiento de los pacientes si a estos se los ama. Si se los acompaña en el sufrimiento. Por eso digo que al paciente no hay que tenerle “empatía”: hay que AMARLO".
"Para terminar contaré que un viejo médico, cuyo nombre no recuerdo, pedía un sólo instrumento para atender al paciente… una SILLA, para sentarse en la cabecera de la cama...".