Epilepsia: causas y tratamiento de la enfermedad neurológica
La epilepsia es una enfermedad neurológica sobre la cual existe una predisposición a sufrir una crisis epiléptica, entre aquellas personas que la padecen. Tal y como se apunta desde el Instituto del Sueño, estos episodios son desencadenados por una excesiva actividad neuronal y la forma en que se suelen manifestar varía según la región cerebral donde esta tenga su origen. La Dra. Celia García, Neuróloga y Experta en Epilepsia y Trastornos del Sueño trata las afecciones de la epilepsia.
Cómo se convive con la epilepsia
Esta enfermedad neurológica puede presentarse de diferentes formas, puesto que sufrir una primera crisis no implica sufrir epilepsia y este puede tratarse sólo de un episodio aislado. En relación con esto, se ha estudiado que aproximadamente entre el 5% y el 10% de la población sufre una crisis epiléptica a lo largo de su vida.
Es un neurólogo quien debe evaluar la consideración del riesgo a que las crisis epilépticas puedan repetirse, a través de una serie de pruebas, especialmente cuando ya se ha padecido uno con anterioridad. Si el profesional sanitario lo determina, el paciente deberá empezar un tratamiento acorde con el peligro de padecer nuevas crisis epilépticas y/o con el estudio de los episodios ya experimentados.
Aquellas personas que padecen de epilepsia no tienen ningún problema para poder llevar a cabo una vida normal, siempre y cuando su enfermedad esté controlada y bajo la supervisión de un profesional médico. La medicación debe estar regulada y tomarse en aquellos momentos indicados por el médico.
Solo en algunas ocasiones, los pacientes que conocen sus tipos de crisis, pueden experimentar una serie de sensaciones que les alertan si están a punto de experimentar una crisis epiléptica, aunque por lo general estos aparecen sin previo aviso.
Durante un ataque epiléptico, el paciente experimenta convulsiones o sacudidas musculares, tanto de forma generalizada como de una única región del cuerpo, y en casos puntuales puede llegarse a producir la pérdida de consciencia.
Qué se experimenta durante un episodio de epilepsia
Cuando una persona sufre una crisis epiléptica ésta experimenta un aumento del tono muscular, con una marcada apertura y desviación de la mirada; a continuación padece una serie de convulsiones como consecuencia de la contracción de los músculos.
Durante un episodio de epilepsia se puede llegar a experimentar una pérdida de consciencia, así como sufrir una relajación de los esfínteres e/o incluso llegar a la mordedura de la lengua.
Una vez el paciente finaliza las convulsiones de un ataque epiléptico, en éste puede percibirse una disminución del tono muscular, así como un reducido nivel de consciencia, y experimentar un episodio de amnesia y de confusión sobre lo ocurrido.
Cómo se pueden prever los ataques epilépticos
Para las personas afectadas por esta enfermedad neurológica es muy importante mantener una óptima rutina de higiene del sueño, pues una insuficiencia de descanso puede llegar a acelerar la aparición de una nueva crisis epiléptica. A pesar de que la epilepsia puede afectar al sueño, especialmente si están sujetos a medicación, como antiepilépticos, que alteran la arquitectura del sueño normal, dormir las horas necesarias es clave para el buen funcionamiento del día a día de estos pacientes, así como para el mejor control de su patología.
Es muy importante que las personas que sufren epilepsia tengan claro que dentro de su día a día, deben evitar consumir tóxicos y alcohol de forma excesiva.
Es necesario la realización de revisiones periódicas con el fin de poder evaluar la evolución del paciente epiléptico, así como su situación médica.
Cómo reaccionar ante una crisis epiléptica
En la primera fase de un ataque epiléptico, la persona experimenta rigidez y convulsiones y esta debe ser protegida de todos aquellos objetos contra los cuales pueda llegar a golpearse de forma accidental. Una vez han pasado las convulsiones, el paciente debe ser colocado en posición de decúbito lateral, situando su boca en dirección al suelo y asegurando su vía aérea.
Uno de los errores que deben evitarse es sujetar a la persona durante una crisis epiléptica para intentar “contener” o parar las convulsiones; tampoco debe introducírsele ningún objeto en la boca para evitar su mordedura de la lengua.
Mientras se está durmiendo también existen diferentes formas de epilepsia nocturna, que durante el día no se dan; éstas, pues, son difíciles de diagnosticar y tienen multitud de implicaciones clínicas, por lo que necesitan del seguimiento de un profesional experto en trastornos del sueño, quien también tendrá que evaluar los movimientos anómalos que se dan cuando el paciente está durmiendo.
Factores de riesgo a tener en cuenta ante la epilepsia
Tanto si se ha experimentado un solo episodio o si se padecen de forma periódica, hay que realizar una serie de pruebas para poder diagnosticar la gravedad del cuadro.
Con un electroencefalograma puede analizarse el riesgo que existe para que se repitan los episodios con regularidad o si son casos aislados, y si éste está alterado, puede dar información sobre la actividad cerebral.
El origen de esta enfermedad neurológica se estudia a través de una serie de pruebas médicas con las que puede conocerse si el paciente tiene una forma determinada genéticamente. La epilepsia puede aparecer tras: infecciones del sistema nervioso, enfermedades cerebrovasculares, traumatismos craneoencefálicos, enfermedades neurodegenerativas, por consumo de tóxicos e incluso por cambios en los fármacos habituales. Los pacientes con epilepsia también pueden experimentar crisis mientras están durmiendo, y son especialmente susceptibles durante la etapa de proceso de transición de sueño-vigilia, pues ésta puede actuar como un desencadenante de un ataque epiléptico.
Las personas con esta patología suelen padecer de insomnio e incluso llegar a presentar hipersomnolencia diurna, por lo que mantener una correcta higiene del sueño es clave para poder controlar la evolución de la epilepsia. Esta enfermedad neurológica puede verse empeorada con trastornos que afecten a la dinámica para dormir, como pueden ser las apneas.