Ése esperanzador 5%
Como neurocirujano te enfrentas a menudo a patologías graves y a tumores malignos de pronóstico irreversible a corto plazo. Este tipo de tumores, por desgracia, suelen avanzar rápidamente y los pacientes que los sufren suelen tener esperanzas de vida muy cortas. Esto no es así siempre, pero sí en el 95% de los casos. Por ello es habitual que los médicos compartimentemos nuestra mente para que nuestros sentimientos no nos impidan seguir tratando a los pacientes con eficacia. Solemos guardar la emoción, por así decirlo, en un pequeño rincón de nuestro cerebro. Pero a veces ocurren hechos que te hacen cambiar tu visión de las cosas. Esto me ha sucedido a mí en los últimos días.
Como decía, los tumores cerebrales malignos tienen una supervivencia de 18-24 meses, incluso con el mejor tratamiento quirúrgico, radiológico y de quimioterapia. Solo un 5% de los casos sobreviven a esa media. Pero en los últimos días he visto pasar por mi consulta cuatro pacientes que han superado esa barrera estadística, uno detrás de otro. Cuatro representantes de ese pequeño, esperanzador, 5%. Cuatro personas que han roto las frías estadísticas y han fulminado las previsiones en tan solo quince días.
La primera fue una mujer que operamos cuando tenía 27 años. Ahora tiene 39 y es una joven y prometedora diseñadora. Después vino una ama de casa que evoluciona perfectamente. Tras ella, una paciente a quien operamos hace ya cinco años, más del doble de la previsión más optimista. Y por último un fiscal al que le fue extirpado un tumor hace nada más y nada menos que quince años. No hace falta decir que la coincidencia de los cuatro, en un espacio tan breve de tiempo, me ha hecho sentir una alegría indescriptible y que la emoción, por así decirlo, saliera de ese pequeño compartimento dentro de mi cerebro.
Eso me ha hecho pensar que quizá debamos dar más importancia a esa pequeña parte imprevisible, excepcional, que se sale de la media. Bajo mi punto de vista, los médicos somos un 95% de racionalidad y un 5% de emoción. Pero la realidad tiene márgenes y esos márgenes es por donde se escapan las excepciones que nos hacen irremediablemente humanos.
Al fin y al cabo el 5% no es número, son personas reales. Y todos tenemos derecho a pensar que pertenecemos a ese 5%. Aunque no sea más que otra estadística.