Espondilitis, la enfermedad del aparato locomotor
La Espondilitis anquilosante o anquilopoyética es una enfermedad inflamatoria del aparato locomotor que afecta a las articulaciones de la columna vertebral y puede acabar soldando o fusionando las vértebras entre sí, con lo que origina gran rigidez y limitación de la movilidad.
La enfermedad es más frecuente en los varones, y suele aparecer entre los 20 y los 30 años de edad; afecta al 0,5% de la población adulta. Es más frecuente en la raza blanca que en la negra.
Esta dolencia puede afectar sólo a la columna vertebral, tanto cervical como dorsal o lumbar, incluyendo también las articulaciones sacroilíacas. En otras ocasiones, la espondilitis afecta a la columna vertebral y a las articulaciones periféricas de las extremidades. En ocasiones se puede añadir a todo lo anterior inflamación de los tendones en los puntos de unión con el hueso, sobre el tendón de Aquiles, la fascia plantar y el tendón rotuliano.
Esta enfermedad presenta agregación familiar y una importante base genética. Se puede asociar a otras enfermedades como la psoriasis o determinadas enfermedades inflamatorias intestinales u oculares (colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, uveítis).
Causas de la espondilitis
No sé conoce exactamente su causa. Existe un sustrato genético indudable que se pone de manifiesto por la frecuente asociación en determinadas familias, la mayor frecuencia de presentación cuando se tienen otros familiares con la enfermedad y la asociación con un marcador genético que es el antígeno de histocompatibilidad HLA-B27. Este último se detecta en más del 90% de los pacientes con espondilitis.
Esta base genética facilitaría la acción de agentes ambientales en la producción de la enfermedad inflamatoria, probablemente por cambios o modificaciones de la microbiota intestinal. Con todo ello se pondría en marcha un proceso inflamatorio crónico que dañaría las articulaciones entre las vértebras y las osificaría, soldándolas y fusionándolas.
¿Existe alguna posibilidad de prevenir la espondilitis?
No, no hay forma de prevenir la enfermedad. El componente genético es inmodificable; si una persona hereda de sus progenitores el HLA-B27 tiene un 20-25% de probabilidad de acabar padeciendo la enfermedad. En la raza blanca este antígeno aparece en el 6-10% de la población general: ojo porque tener el HLA-B27 no significa que se tenga la enfermedad.
Sintomatología de la espondilitis
Lo habitual es que se manifieste con dolor lumbar; este dolor, a diferencia del lumbago habitual, suele aparecer por la noche, en la madrugada, despierta al enfermo y le obliga a levantarse de la cama y pasear por la habitación para notar alivio. Se acompaña de intensa rigidez espinal matutina. En general, los pacientes están mejor haciendo ejercicio y moviéndose que cuando reposan.
También puede asociarse artritis, es decir inflamación de una articulación de las extremidades, especialmente en los miembros inferiores: rodilla, tobillo, pies. Como la enfermedad inflama también las zonas de fijación de los tendones a los huesos son muy frecuentes los procesos de tendinitis. Junto a estos síntomas del aparato locomotor, a veces se asocian síntomas oculares, genitoruinarios, intestinales o en mucosas y piel: conjuntivitis, uveítis, diarrea crónica, prostatitis o psoriasis en la piel.
Espondilitis: tratamiento
El diagnóstico precoz es fundamental para mantener la ventana de oportunidad que proporciona el proceso inflamatorio antes de anquilosar las articulaciones. La base para el diagnóstico es la sospecha clínica y la demostración por una prueba analítica-radiológica de la existencia de inflamación articular y espinal. La radiografía simple del esqueleto y un simple análisis de sangre pueden bastar; en casos más complicados hay que recurrir a la resonancia magnética o a la tomografía computerizada (TAC o escáner).
El tratamiento adecuado suele ser eficaz. Incluye la terapia física rehabilitadora, los medicamentos anti-inflamatorios no esteroideos y las llamadas terapias biológicas. Estas últimas se indican cuando fracasan los intentos previos. Se incluyen agentes anti-TNF (etanercept, infliximab, adalimumab, certolizumab, golimumab) y el secukinumab. En general, el pronóstico, cuando se diagnostica y trata adecuadamente la enfermedad es bueno; se puede eliminar el dolor y la inflamación y corregir la deformidad espinal.
De cualquier manera, se aconseja la visita a un médico especialista en Reumatología y un seguimiento adecuado, estrecho y activo, para el control oportuno de la enfermedad.