La agorafobia afecta más a las mujeres que a los hombres
La agorafobia es el miedo a estar en cualquier lugar, ya sea abierto o cerrado, en el que se pueda tener una fuerte reacción de malestar o ansiedad. Afecta, como la mayoría de los trastornos de ansiedad, más a las mujeres que a los hombres. Esto se debe en gran parte al factor hormonal.
Mucha gente cree que la agorafobia es únicamente el miedo a los espacios abiertos, pero es mucho más que eso. Por ejemplo, la agorafobia puede estar provocada por estar lejos de casa o viajando en cualquier tipo de transporte.
La agorafobia es un trastorno mental altamente incapacitante que suele incluso provocar bajas laborales así como dificultades para llevar a cabo una vida normal a nivel familiar, social y/o de pareja. La persona que sufre agorafobia se siente frecuentemente incapaz de realizar actividades tan normales y cotidianas como hacer la compra, conducir, viajar en transporte público e ir a centros comerciales o conciertos.
Como se ha comentado anteriormente, la agorafobia afecta más a las mujeres que a los hombres. Además, es más frecuente en personas con un alto rasgo de ansiedad (perciben las situaciones como más amenazantes que las personas con bajos niveles de ansiedad), personas perfeccionistas (se exigen mucho más a sí mismas y suelen ser muy controladoras), con altos niveles de estrés (factor desencadenante de muchos trastornos mentales) y con una historia de consumo de sustancias (especialmente tabaco y cannabis).
Causas de la agorafobia
La agorafobia puede desarrollarse tras de sufrir varios ataques de pánico o, también, puede aparecer sin ataques de pánico.
Algunas personas que sufren agorafobia suelen estar preocupadas por si les pasa algo peligroso para su salud, debido a la ansiedad y que nadie les pueda ayudar. Por ejemplo, el hecho de sufrir un infarto en el metro o un desmayo en mitad de la calle. Otras personas también se preocupan por si, debido a su ansiedad, pierden el control y los demás se dan cuenta y piensan algo negativo acerca de ellas, lo que a su vez genera más ansiedad. Por ejemplo, sudoración, ponerse rojo o la necesidad de ir al baño. Este tipo de reacción en las personas puede llegar a ser tan fuerte que puede desencadenar en un ataque de pánico.
Además de los síntomas típicos que presenta un ataque de pánico (como por ejemplo los mareos, la sudoración, el aumento de la frecuencia cardiaca o el miedo a volverse loco o a morir) la agorafobia puede presentar otro tipo de síntomas físicos como:
- Visión de túnel o sensibilidad a la luz
- Espasmos musculares
- Problemas de retención urinaria
- Debilidad o fatiga
- Diarrea
- Vértigos
Agorafobia: tratamiento
Para tratar la agorafobia no es necesario recibir un tratamiento farmacológico, siempre y cuando la persona no tenga intención suicida. Generalmente es suficiente si se trata mediante una técnica psicológica basada en la evidencia, como el tratamiento cognitivo conductual.
Tras 10 o 12 sesiones de tratamiento cognitivo conductual de, aproximadamente una hora de duración, el paciente se suele curar. Los resultados se mantienen a largo plazo sin necesidad de medicación.