La Fecundación In Vitro, una técnica efectiva para conseguir un embarazo
¿En qué consiste la fecundación in vitro?
La fecundación in vitro es una técnica que, a grandes rasgos, en lo que consiste es en fecundar los óvulos obtenidos de una estimulación de los ovarios, con los espermatozoides de la pareja, para que el embrión ya fecundado lo volvamos a dejar dentro del útero.
Tiene varias fases. En la primera lo que tenemos que hacer es una estimulación de los ovarios, en la cual sometemos a la paciente a un tratamiento médico en el cuál le aplicamos una serie de fármacos para conseguir que en ese ciclo de tratamiento, en vez de que solo se produzca un óvulo, se produzca un número más elevado.
Habitualmente la media que intentamos es en torno a los seis u ocho. Durante ese tiempo de tratamiento, cada dos o tres días, citamos a la paciente para mediante ecografías ir comprobando cómo se va llevando a cabo dicha estimulación, y una vez que vemos que los ovarios están ya preparados para ovular, en ese momento nos vamos al quirófano.
Aunque sin ningún tipo de cirugía, y con una sedación para evitar que no haya ningún tipo de dolor, a través de una ecografía y mediante una punción a través del fondo de la vagina, obtenemos los óvulos. Y ese mismo día, que la paciente aproximadamente en un par de horas se puede ir a casa, obtendremos muestra de semen del varón para, en el laboratorio, juntar óvulos y espermatozoides.
Dos o tres días después el embrión ya fecundado es el que volveríamos a dejar dentro del útero. Habitualmente transferimos uno, o como mucho, dos embriones para conseguir las mejores probabilidades de embarazo y el menor riesgo de embarazo múltiple. Y si hubiera un mayor número de embriones de buena calidad, el resto de embriones se podría congelar para poder utilizar en ciclos sucesivos.
¿Qué tipos de estudios previos se llevan a cabo?
Cuando una pareja acude porque está teniendo problemas para conseguir el embarazo, se suelen llevar a cabo una serie de pruebas para valorar dónde está el problema o los problemas que provocan esa alteración, esa dificultad para conseguir el embarazo.
Desde el punto de vista femenino se suele llevar en primer lugar una ecografía para ver si hay un tipo de anomalía a nivel del útero o los ovarios que justifique el problema, e incluso para valorar la reserva ovárica, es decir, la capacidad de producción de óvulos en cantidad y calidad suficiente.
Se asocian también una serie de análisis de sangre que van desde una analítica general, para ver el estado de salud general de la mujer, y estudios hormonales para valorar que no haya ningún tipo de anomalía en el ciclo ovárico. Y en muchos casos, aunque no siempre, suele ser necesario acompañar de pruebas para valorar la funcionalidad de las trompas.
Con esto, en la gran mayoría de los casos, es suficiente, aunque es verdad que en algunos casos seleccionados se podrían hacer estudios más avanzados.
En el caso del varón es fundamental llevar a cabo un seminograma en el cual podamos ver el número, movilidad, morfología de los espermatozoides, pero donde siempre lo debemos asociar al llamado test REM, o test de capacitación, en el cuál podremos saber exactamente cuántos espermatozoides con capacidad fecundante hay.
Con estas pruebas en la gran mayoría de parejas encontraremos qué factores afectan para conseguir el embarazo, y de esta forma proponer el tratamiento más adecuado en cada caso.
¿Qué recomendaciones debe seguir la paciente una vez realizada?
La paciente puede hacer una vida completamente normal una vez finalizada la fecundación in vitro, salvo los primeros 20 minutos de reposo tras la transferencia de los embriones, el resto del día la paciente puede hacer una vida absolutamente normal continuando con el tratamiento que le prescriban sus médicos.
¿Qué nivel de eficacia tiene?
Hoy en día las tasas de embarazo medias que tenemos en un ciclo de fecundación in vitro es de un 45%, aunque es verdad que puede depender de determinados factores, como es la edad de la paciente, que pueden modificar esta media de éxito.