La fecundación in vitro y sus avances
La fecundación in vitro (FIV) es una técnica de reproducción asistida que consiste en que la unión del espermatozoide y del óvulo se realiza fuera del aparato reproductor de la mujer, es decir, en un laboratorio. Actualmente, para llevar a cabo la FIV, la técnica más utilizada es la ICSI o microinyección espermática, mediante la cual el biólogo introduce un único espermatozoide dentro del citoplasma del óvulo. Anteriormente lo era la FIV clásica o tradicional, que consiste simplemente en poner en contacto los óvulos y los espermatozoides para que se fecunden solos.
El proceso consiste en estimular la ovulación de la mujer durante 10-12 días, obteniendo tras una punción ovárica un número determinado de óvulos que, a su vez, unidos a los espermatozoides dan lugar a un número de embriones resultantes, los cuales se transfieren al útero (máximo 3, generalmente 2 y a veces sólo uno), tras 2, 3 ó 5 días. Si hay embriones sobrantes, se congelan para una segunda oportunidad si no se ha conseguido gestación a la primera, o para un segundo hijo si es que sí se ha producido ésta.
¿Quién puede recurrir a la fecundación in vitro?
La fecundación in vitro está indicada cuando las trompas de falopio están alteradas u obstruidas, cuándo hay alteración en la cantidad y/o motilidad y/o morfología de los espermatozoides y también cuando técnicas más sencillas como la inseminación artificial han fracasado.
Incubadoras con Embryoscope
Uno de los avances más recientes en FIV es la aparición de incubadoras con time lapse (más conocido como Embryoscope) que permite conocer detalladamente la evolución del embrión, cada 15 minutos, manteniendo condiciones ambientales estables durante este tiempo, ya que se ve todo a través de un ordenador. Esto supone una gran diferencia respecto al incubador tradicional, en el que hay que abrir la puerta cada día para ver los embriones al microscopio.