¿La memoria envejece?
La memoria es la capacidad de almacenar y recuperar información, facultad imprescindible para que las personas se adapten al entorno. Responde a múltiples procesos cerebrales que dan forma a varios tipos de “memorias” y que proporcionan capacidades tan fascinantes como la de saber quiénes somos.
¿A partir de qué edad se tiene memoria?
Cada tipo y sistema de memoria tiene sus tiempos madurativos. Algunos empiezan a funcionar incluso antes de nacer. Los bebés y los niños aprenden montones de cosas en tiempos muy breves. Por ejemplo, aprenden quiénes son sus padres, a hablar, caminar, vestirse o ir en bicicleta. Todas estas cosas que aprendemos serían inútiles si no pudiésemos recordar. Sin la memoria deberíamos responder ante cada situación como si nunca la hubiésemos vivido. Sin ella no podríamos reconocer a nuestros seres queridos ni dónde vivimos, tampoco ponernos un jersey, ya que no sabríamos qué es, ni para qué sirve ni cómo se pone. Sin embargo, cuando a uno le preguntan por su primer recuerdo no suele encontrarlo antes de los tres años. Eso es lo que se llama amnesia infantil. En general, los estudios sistemáticos sobre la memoria autobiográfica, la que hace referencia a los recuerdos sobre nosotros mismos y nuestras relaciones con el mundo, muestran escasez de recuerdos anteriores a los 11 años.
¿Envejece la memoria?
Con el paso del tiempo el cuerpo envejece y el cerebro no es una excepción. Existen cambios morfológicos y neuroanatómicos que hacen que algunos de los sistemas de memoria no funcionen de forma tan eficaz. Ahora bien, existen algunos tipos de memoria que se ven más afectados que otros por el envejecimiento; por ejemplo la memoria semántica (memoria de significados y conocimiento no relacionados con una experiencia en concreto) puede aumentar con la edad.
Cuando existe una pérdida progresiva de memoria, debe consultarse al neurólogo, quien indicará una exploración cognitiva para precisar el diagnóstico, valorar el grado de afectación y diseñar una rehabilitación cognitiva si es necesario.
Trabajar la memoria
Existen técnicas que pueden contribuir a que la memoria sea más efectiva. La mnemotecnia es el término que engloba todas las técnicas que persiguen el aumento del rendimiento de la memoria. Estas técnicas requieren esfuerzo y constancia para aprenderlas y dominarlas. Aunque, como se ha comentado antes, la memoria es el resultado de múltiples procesos que dan lugar a múltiples tipos de memoria. La implicación práctica de esta consideración es que cuando una persona pregunta qué puede hacer para mejorar su memoria, no puede esperar una respuesta útil hasta que no formule su pregunta de un modo más específico. ¿Qué tipo de material desea recordar? ¿De qué forma? ¿En qué circunstancias? ¿Durante cuánto tiempo?
La mejor manera de cuidar la memoria es llevar una vida activa y estimulante que incluya nuevos retos: aprender un idioma, tocar un instrumento, practicar juegos o actividades intelectuales (ajedrez, puzzles, crucigramas, sudokus, cartas, lectura, etc…); relacionarse socialmente, pero también realizar ejercicio físico, dieta mediterránea, dormir bien y evitar el estrés.
Las personas que cuidan de su salud a lo largo de su vida disponen de lo que se llama una mayor “reserva cognitiva” que les permite soportar mejor las enfermedades del cerebro, aunque también intervendrán otros factores como los genéticos.
Exceso de memoria
Existen pocas personas en el mundo que tienen un extraño trastorno que se llama “hipermnesia”. El término “hipermnesia” procede del griego y su traducción literal es “exceso de recuerdo” (Hiper: exceso – Mnesia: recuerdo). Probablemente, el caso más famoso sea el recogido en Pequeño libro de una gran memoria escrito por el eminente neuropsicológo A.R Luria, donde cuenta y analiza el caso de un reportero ruso que podía recordar interminables números o líneas de poesía con un solo vistazo, y recordarlo todo con igual exactitud y precisión pasados unos años. Esta facultad representaba un problema para el reportero, ya que muchas veces le costaba desocupar su mente de información trivial y no podía concentrarse en la información relevante. Luria cuenta, por ejemplo, que a su paciente muchas veces le costaba seguir una conversación, ya que cada palabra le evocaba un episodio en concreto que había tenido lugar en el pasado. El olvido cumple una función importante, el poder olvidar lo que no tiene importancia puede ayudarnos a recordar lo que sí la tiene.
Amnesia: pérdida de memoria
La amnesia es el nombre genérico que se da a la pérdida de memoria no atribuible a un proceso normal de olvido.
Se puede dividir en:
• Amnesia retrógrada: Es la incapacidad para evocar conocimientos que se han adquirido antes de una lesión cerebral.
• Amnesia anterógrada: Es la incapacidad para adquirir nuevos aprendizajes después de una lesión cerebral.
No obstante, existen casi tantos tipos de amnesia como tipos de memoria, ya que normalmente se altera algún sistema de memoria y no todos a la vez.
Hay múltiples causas que pueden provocar amnesia. Las más frecuentes son enfermedades cerebrales, ya sean degenerativas o por lesión focal; enfermedades vasculares; enfermedades tumorales; traumatismos craneales; o, situaciones de estrés intenso.
¿Puede uno recuperarse totalmente de todo tipo de amnesias? No siempre. Si bien existen profesionales, los neuropsicólogos, que pueden ayudar a optimizar el funcionamiento de la capacidad memorística, el grado de recuperación dependerá entre otras cosas de la gravedad de la lesión, el tipo de memoria afectada o la edad.