La necesidad del Diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP)
Desde 2011, la medicina reproductiva ha visto como la sociedad valora positivamente el gran avance científico de crear vida en los laboratorios de embriología y así solucionar los problemas de esterilidad. Esta valoración se plasmó con la concesión del Premio Nobel de Medicina al Dr. Edwards, por el nacimiento de Louise Brown, la primera persona en nacer gracias a la Fecundación In Vitro (FIV).
Pese a que se han desarrollado grandes avances técnicos en Reproducción Asistida, la investigación continúa en el campo de la vida y actualmente “es posible que parejas portadoras de enfermedades hereditarias tengan hijos sanos”. A día de hoy en el laboratorio de embriología se pueden seleccionar aquellos embriones que no padecerán la alteración genética que ocasionaría enfermedades graves y degenerativas.
A partir del 1990, se permitió la selección de sexo (sexado), por motivos médicos, a embriones antes de la implantación, estudiando el ADN mediante el diagnóstico Genético Preimplantacional (DGP) y evitando la transmisión de la enfermedad que padecerían solamente los varones.
En los últimos años, va en aumento la demanda de estos tratamientos ya que el conocimiento de los mismos se ha generalizado. Actualmente, a las clínicas especializadas acuden aquellas parejas que han tenido fallos de implantación en tratamientos de fertilización in vitro, que han tenido abortos de repetición o que son portadores de enfermedades graves hereditarias y saben que realizando el DGP se pueden conseguir hijos sanos.