La prevención, el reto de la medicina del adolescente
Anteriormente, la edad en la que un niño podía acudir a su pediatra era de 7 años dentro de la Seguridad Social. Hoy en día, la mayoría de CCAA cubren hasta los 14, pero ésta tampoco es una edad deseable para atender correctamente las distintas necesidades de los adolescentes.
La Medicina del Adolescente debe contemplar la atención a nuestros pacientes hasta que terminan el desarrollo. La adolescencia es una etapa más de ese desarrollo, que el pediatra vigila desde el nacimiento, y es muy importante por los cambios físicos y psicosociales producidos. Por ello, es necesario que se haga también una supervisión de la misma, respetando las variaciones individuales que son muy amplias.
¿Qué aspectos del desarrollo del adolescente se tratan?
Enlazando con lo anterior, y desde la pediatría ambulatoria o de atención primaria, atender adolescentes podríamos considerarlo como la última oportunidad para la Medicina Preventiva. Debemos vigilar, como a cualquier otra edad, cómo se producen los cambios puberales, cómo se va adaptando emocionalmente el adolescente y su familia, si los hábitos de salud son correctos (alimentación, sueño, higiene, ejercicio físico, etc.) y si tiene un adecuado calendario de vacunas. Los adolescentes son gente muy ‘sana’ desde el punto de vista de las enfermedades, pero mueren o se enferman gravemente por sus comportamientos de riesgo. El consumo de drogas, los accidentes y otras violencias y las relaciones sexuales sin protección, son algunas situaciones que pueden prevenirse. Precisamente ése es el reto de la Medicina del Adolescente: la prevención.
¿Cuáles son los actuales retos de esta especialidad?
Para que la Medicina del Adolescente sea efectiva, los médicos debemos acercarnos a los pacientes y no esperar a que lleguen, pues lo harán tarde. Los especialistas debemos guardar la confidencialidad, adaptar físicamente las consultas y respetar su intimidad y tenemos que cambiar los horarios para que no se junten con niños. Los adolescentes deben sentir que tenemos un sincero deseo de ayudarles y que estamos preparados para ello.
En la mayoría de casos, el pediatra está perfectamente adaptado, sobre todo, cuando es un paciente que ha atendido desde su nacimiento. Cuando es un adolescente que no conoce, la cuestión es más difícil si mantenemos la actual estructura de las consultas de pediatría. Para estos casos funcionan mejor los centros de asistencia sólo para adolescentes (sin requisitos burocráticos, sin cita previa, gratuitos y en el horario que ellos pueden) o bien en el propio centro escolar. En España, poco a poco, van surgiendo nuevos centros, pero hasta que éstos no se generalicen, las nuevas generaciones de pediatras deben ser formadas en estos temas y comprender que es una práctica médica gratificante.