La psiquiatría infantil es la prevención de la psiquiatría en adultos
La Psiquiatría es una especialidad de la medicina, pero a la vez tiene mucho que ver con la Psicología. La psicología y la psiquiatría se diferencian en la formación de base y en las posibilidades diagnósticas y terapéuticas: la psicología se ve limitada a los tratamientos psicoterapéuticos por medio de la palabra. En cambio, el médico psiquiatra tiene un abanico más amplio de conocimientos del cuerpo, no solo de la mente, lo cual le permite hacer un diagnóstico diferencial entre una patología mental o física, está facultado para prescribir determinados fármacos y controlar la evolución del paciente que toma la medicación. El psiquiatra está a medio camino entre la neurología y la psicología. Entre el cuerpo y la mente.
La psiquiatría infantil en Cataluña
En los años ochenta había bastantes necesidades asistenciales en psiquiatría. Algunos médicos que se formaban fuera de nuestro país incluso volvían a echar una mano. Pero, en aquellos momentos, en Cataluña prácticamente no había red sanitaria psiquiátrica. Para poder atender las crecientes demandas de la población, se buscaron médicos generales, psicólogos de adultos, gente que se pudiera interesar por estos temas, pero que muchas veces no tenían ninguna formación sobre los niños y los adolescentes, y con buena voluntad hacían lo que podían.
Actualmente en la enseñanza de la psiquiatría infantil y juvenil hay tendencias, bases teóricas y funcionales de todo tipo, lo cual, por un lado es positivo, porque la diversidad siempre ayuda a avanzar, pero por otra parte resulta negativo, porque es muy difícil ponerse de acuerdo y consensuar protocolos de tratamiento. Se debería estructurar una formación universitaria específica, una especialidad médica y una especialidad psicológica clínica infantil y juvenil.
Psiquiatría infantil: prevención de la psiquiatría para adultos
La psiquiatría infantil es la fuente de prevención de la psiquiatría de adultos: si no se toma en serio y no se desarrolla una buena atención psiquiátrica en la edad infantil y adolescente, no se puede pretender que los adultos de mañana estén más sanos que los adultos de hoy. Si cuando empiezan a aparecer pequeños síntomas se tratan, es posible evitar que unos años más tarde las personas tengan que ir al psiquiatra cuando han empeorado.
El papel de los padres en la psiquiatría infantil
Para dedicarse a los niños y jóvenes se tiene que tener vocación, energía y tiempo, hace falta la intervención de muchos profesionales y la implicación profunda de los padres: no se puede curar los niños sin tratar los padres, a veces los abuelos, sin hablar con los profesores, incluso sin consultar su pediatra o médico general.
Al trabajar con el entorno familiar, muchas veces ven el problema superficialmente, los padres traen al niño que tiene mal comportamiento al psiquiatra o al psicólogo infantil, para que éste encuentre un remedio que lo tranquilice. Pero no quieren ni oír hablar sobre interacciones patológicas o que hay actitudes paternas que hacen que el niño se angustie. A menudo, el niño es movido y agresivo porque hay una tensión familiar, una rigidez, unos conflictos frecuentes entre los padres, una educación represiva o que tacha en la dejadez más absoluta. Muchas veces, el niño es el síntoma de la patología familiar.
Los niños muy movidos, inestables, que además pueden mostrarse agresivos son los casos más frecuentes en la consulta de Psiquiatría. Se trata de niños muy movidos, que no prestan atención y que pasan de esta hiperactividad a una cierta agresividad, una cierta rebeldía, derivada de las carencias afectivas y de la falta de preocupación por el niño.
Psiquiatría infantil contra el consumo de drogas
La falta de valores y la cultura de la permisividad con las drogas y el alcohol favorece el incremento de las dependencias: los menores empiezan a fumar y a beber cada vez más jóvenes, sobre todo las chicas. A esta edad, fumar una sola calada implica riesgos muy graves de dependencia psicológica de la droga, porque se trata de personas todavía muy inmaduras. Al niño que no sigue estas tendencias, que no fuma o no bebe, lo tildan de bicho raro y lo marginan. Así que la presión psicológica que recibe del entorno es tan grande que si le ofrecen de fumar y lo acepta, puede iniciar un camino sin regreso hacia la toxicomanía.