La visión integral de la salud
Es sabido que un cambio en nuestro mundo interior se traducirá, ineludiblemente, en un cambio en nuestro mundo exterior.
Las orientaciones actuales en el campo de la salud defienden la necesidad de una visión holística del ser humano, proponiendo un modelo de intervención más amplio que unifique e integre todas las variables que constituyen nuestra realidad. Se han producido importantes cambios tanto en la concepción que tenemos sobre la salud como en la comprensión de la enfermedad.
La nueva medicina opta por una visión integral de la enfermedad, que observa a la persona de una manera global, teniendo en cuenta su dimensión física, emocional, mental, social y espiritual. El ser humano ha dejado de ser considerado el resultado de una mera función biológica.
Hoy somos conscientes de que podemos producir cambios en nuestro organismo y gestionar nuestra propia salud. Éste quizás sea el principal avance en las terapéuticas actuales que marcan una verdadera diferencia con la medicina tradicional, más mecanicista y material, y donde el paciente ejerce un papel meramente pasivo.
Ofrecer una buena estrategia de intervención lleva implícito contemplar todos los aspectos que constituían y abarcaban la realidad del paciente oncológico, desde la dimensión puramente fisiológica y mecánica hasta otras dimensiones más personales y sutiles.
No se puede ofrecer una terapéutica eficaz sin profundizar en la realidad psíquica del paciente.
Más allá de las fronteras del cuerpo físico
Durante muchos años la medicina convencional se apoyaba en un modelo exclusivamente biomédico defendiendo una perspectiva de la salud y la enfermedad exclusivamente biológica que dejaba de lado los aspectos psicológicos, emocionales y sociales en sus evaluaciones y medidas terapéuticas.
Entre psique y cuerpo existe una conexión íntima que debemos tener presente en todo momento, tanto para entender las causas subyacentes a la enfermedad como para despertar el potencial curativo de la persona enferma.
Quien mantenga una visión de sí mismo meramente funcional y mecánica no verá nada más que una avería en su organismo, pero la enfermedad nos puede ofrecer una valiosa información que nos permita tener un entendimiento mayor de cómo nos encontramos psicológica y emocionalmente, de cómo estamos tratando y cuidando nuestro organismo y a nosotros mismos y también de cómo nos sentimos con respecto a nuestra existencia y la vida que llevamos. La enfermedad no es un fenómeno aislado que atañe sólo a la realidad del cuerpo físico. Muchas veces, nos pone al descubierto y revela la existencia de una falta de coherencia entre lo que hacemos, lo que sentimos y pensamos. Una especie de desacuerdo y contradicción con nosotros mismos que termina por conducirnos a una pérdida de equilibrio que nos reclama, como medida inmediata y urgente, un tiempo de retiro donde poder reordenar nuestros valores y necesidades reales más acordes a nuestro sentir interior. La enfermedad podría convertirse entonces en un elemento útil que nos ayude a rescatar nuestra autenticidad abandonada. La enfermedad puede convertirse en tu maestro.
Se sabe que un alto porcentaje de cánceres son debidos a nuestros patrones de comportamiento. El cáncer podría evitarse si consiguiéramos modificar muchos de nuestros hábitos de conducta y llegáramos a comprender los conceptos fundamentales alrededor de la salud.
La profesión médica está aprendiendo que no se puede entender
la enfermedad a menos que se entienda a la persona
que la tiene, porque el cuerpo y la mente son una unidad que
se mantiene por mediación de los nervios y las moléculas.
Dr. Bernie Siegel
Actualmente se incluyen en el tratamiento del cáncer terapias mente-cuerpo de una eficacia y validez incuestionable. Muchos procedimientos de curación mediante la actividad mental como la meditación, la relajación, las visualizaciones, la hipnosis, la bioinformación o el uso de las terapias bionergéticas están siendo incorporados a los tratamientos médicos tradicionales.
La mente humana, nuestro pensamiento, es capaz de producir cambios bioquímicos en el cerebro a favor o en contra de nuestro bienestar. La mente y el cuerpo constituyen un todo único y esencial. Entre lo que sucede en la mente, como pensamientos, sentimientos, emociones, y lo que ocurre en el organismo no existe separación. Nuestro estado mental puede cambiar el estado de nuestro cuerpo a través del sistema nervioso central, el sistema endocrino y el inmunológico.
Por supuesto la influencia se da en ambos sentidos. El cuerpo influye en nuestros estados mentales de la misma manera que los estados mentales influyen sobre el cuerpo. Nuestro pensamiento es producto de una onda electromagnética que a la vez se trasforma en energía química que a la vez se trasforma en energía mecánica que permite que haya una respuesta física. Al mismo tiempo, toda acción mecánica va acompañada de una reacción química que produce un pensamiento y genera un estado mental concreto. No es posible separar la psique del soma.
El cortisol, conocido como «la hormona del estrés» es producida por nuestras glándulas adrenales cuando nos enfrentamos a una situación que pone en riesgo nuestra integridad física o nuestra salud mental, y se encarga de regular la presión sanguínea y el sistema inmunológico. Se sabe que altos niveles de cortisol pueden bloquear la fabricación y acción de las citoquinas (proteínas que actúan como mediadoras en la actividad inmunológica) y como consecuencia debilitar nuestras defensas.
Investigaciones recientes en el campo de la psico-neuroendocrino- inmunología (PNEI), nueva especialidad de la medicina centrada en el análisis de las interrelaciones entre el psiquismo y los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico, ha hecho importantes avances en este aspecto.
Los pensamientos y las emociones positivas activan y fortalecen zonas del cerebro relacionadas con el sistema inmunológico. Mente, cerebro y cuerpo interactúan entre sí tanto a nivel molecular como celular y orgánico, pudiendo, además, impactar sobre nuestra salud.