Linfedema: ¿cómo se producen y cómo tratarlos?
El linfedema es un tipo de edema que se produce por la obstrucción de los canales linfáticos en el organismo.
El sistema linfático es uno de los tres tipos de circulación que tenemos en nuestro cuerpo, junto con las venas y las arterias. Está formado por unos conductos de pequeño calibre y pared muy fina que los hace transparentes a la vista. Estos están ligados al sistema venoso y conducen la linfa, un líquido blanco caso transparente que contiene grasas, proteínas y una parte muy importante de nuestro sistema defensivo: los lecocitos.
Cuando hay un aumento de volumen de una extremidad por retención de líquido linfático existe un linfedema. Se produce por la dificultad de drenaje de la linfa, que no puede circular por los linfáticos porque están obstruidos, seccionados o destruidos por un traumatismo, compresión externa o resección quirúrgica.
Los más frecuentes son los linfedemas congénitos, que se localizan en miembros inferiores y se producen por la disminución de conductos linfáticos de nacimiento, lo que hace que exista, de entrada, una dificultad congénita de drenaje. Los linfedemas congénitos suelen manifestarse en el sexo femenino a partir de la adolescencia y, además de de ser congénito es hereditario y se hereda de forma dominante, por lo que la incidencia en la población es muy alta (un 2% de las mujeres lo padecen).
Tratamiento
Es necesario tratar el linfedema, ya que con el tiempo este progresa, lo que aumenta el volumen de la extremidad y evoluciona hacia una fibrosis del tejido celular subcutáneo, un edema duro que no se puede reducir con lesiones cutáneas por culpa de la gran tensión a la que está sometida la piel, con grietas que se infectan fácilmente y pueden provocar úlceras de difícil curación. Este proceso puede incluso desembocar al final en una muy larga evolución de una enfermedad elefantiásica.
Aún no se ha conseguido un tratamiento definitivo del linfedema. Existen técnicas quirúrgicas para mejorar las conexiones linfo-venosas del drenaje y reducir la presión linfática y también hay técnicas terapéuticas encaminadas a frenar la evolución del proceso. El paciente tendrá que seguir con rigurosidad los tratamientos médicos, las medidas posturales de dormir y sentarse con los pies elevados, medias de compresión durante el día y drenajes linfáticos que estimulen el vaciamiento de la linfa.
Presoterapia
Es un tipo de drenaje linfático de tipo mecánico. Se trata de unas botas neumáticas que se hinchan y deshinchan de forma secuencial con una bomba de aire que calibra la presión y el ritmo. Hoy en día es la técnica más efectiva para tratar el linfedema, ya que consigue unos resultados superiores a las demás terapias, aunque no deben sustituirse, sino complementarse entre ellas.
La presoterapia exige un entrenamiento previo y mucha constancia. Durante los primeros meses es necesario realizarla cada día y cuando haya una reducción significativa del linfedema se puede ir espaciando hasta llevarla a cabo únicamente dos veces por semana.