Los antiinflamatorios y el riñón: ¿son tan seguros como parecen?
Los especialistas en Nefrología siempre aconsejan a los pacientes que consulten sobre cualquier tratamiento que vayan a comenzar, ya que son conscientes de los múltiples problemas que conlleva la automedicación sin la supervisión adecuada de un profesional sanitario. Uno de los grupos farmacológicos con los que más se automedica la población son los famosos antiinflamatorios no esteroideos o, como comúnmente se conocen por sus siglas, los AINEs.
¿Qué son los antiinflamatorios?
Los AINEs se usan para el tratamiento del dolor leve-moderado en múltiples localizaciones del cuerpo, por ejemplo el dolor de cabeza, de articulaciones, contracturas musculares, dolor asociado a la menstruación, cólicos renales, etc. También se emplean en el tratamiento sintomático del dolor y de la inflamación en enfermedades reumáticas (artritis reumatoide, espondilitis, artrosis…). También son capaces de bajar la fiebre. Es decir, son fármacos muy versátiles y con un gran número de indicaciones, lo que hace que su uso esté muy difundido entre la población. Se estima que el 20% de las personas mayores de 65 años los toman y que se prescriben al 20% de los pacientes ingresados en los hospitales.
A este amplio uso de los AINEs contribuye el hecho de que son medicamentos que, habitualmente, nos venden en la farmacia sin necesidad de entregar una receta médica, lo que abre las puertas a que cualquiera de nosotros pueda comprarlos con facilidad. Esto ha provocado que, en parte, hayamos perdido el respeto a estos medicamentos y no tengamos en cuenta los efectos secundarios que tienen.
Efectos secundarios de los antiinflamatorios
Quizás el efecto secundario más conocido sea el daño sobre el estómago e intestino provocando nauseas, vómitos, diarrea, úlceras gástricas o duodenales y sangrados digestivos. Otros efectos nocivos son: aumento de la tensión arterial, dolores de cabeza (a dosis altas), aumento de eventos cardiovasculares (infartos de corazón, ictus), daño en el riñón, daño en el hígado, zumbidos en los oídos y erupciones cutáneas. Como podemos observar algunos de los efectos secundarios son poco importantes pero otros pueden llegar a ser peligrosos, por lo que debemos tenerlos en cuenta antes de tomar antiinflamatorios.
Otra de las cosas que se suele hacer mal a la hora de consumir un AINE es la dosis que se toma. A menudo, la ingesta es superior a lo que se debe, por ello es fundamental consultar siempre al especialista.
Hay que tener en cuenta que el mayor efecto de los AINES no es quitar el dolor (analgésico) sino bajar la inflamación (como su propio nombre indica); por eso es importante que, ante la aparición de algún síntoma, como dolor de cabeza, fiebre o si se ha sufrido un traumatismo, se visite al médico antes que consumir libremente un AINE porque hay otros medicamentos mucho más eficaces para quitar este tipo de dolor o bajar la fiebre y que no tienen esos efectos secundarios.
Uno de los efectos secundarios que tienen los AINES es el daño que produce en los riñones. Cuando se toman durante periodos prolongados de tiempo pueden llegar a producir insuficiencia renal, por desgracia, irreversible y, en aquellas personas que ya tienen insuficiencia renal les pueden empeorar.
Por tanto, los AINEs, aunque son fármacos seguros, bien tolerados y muy efectivos, tiene sus indicaciones y sus efectos secundarios por lo que siempre tiene que prescribirlos un médico.