Osteoporosis y relación con la menopausia: cómo prevenir su aparición
Por osteoporosis se entiende la disminución de masa ósea y alteración de la microarquitectura, dando lugar a un aumento de la fragilidad ósea, conllevando un aumento del riesgo de fractura por acciones insuficientes o traumatismos mínimos para fracturar un hueso normal, como sería la caída desde la altura de uno mismo, por un estornudo o tos, por ejemplo. No debe confundirse con la osteopenia, que es la pérdida de una cierta cantidad de hueso en relación con la edad.
La pérdida de masa ósea a cualquier edad es el resultado de dos variables: de la cantidad de hueso conseguida durante el crecimiento (masa ósea máxima) y del ritmo siguiente de pérdida ósea, es decir, la osteoporosis se produce por un desequilibrio entre la destrucción (reabsorción) ósea que está aumentada y la formación que está disminuida. La pérdida de masa ósea suele iniciarse a partir de los 40 años.
La osteoporosis es una enfermedad que aparece conforme aumentan los años, pero la masa ósea correcta se consigue durante la infancia y la adolescencia, por lo que es necesario introducir estrategias en la prevención de esta enfermedad lo antes posible. Si adquirimos una masa ósea idónea en la infancia y adolescencia, las consecuencias en los años posmenopáusicos serán mucho menos importantes.
¿Es posible padecer osteoporosis en la juventud?
La osteoporosis es una enfermedad multifactorial, por lo que hablaremos más de riesgos de padecerla que de causas que la produzcan. La pérdida de masa ósea puede comenzar a diferentes edades, dependiendo del lugar del esqueleto, del estilo de vida y de otros factores, como las influencias genéticas o niveles hormonales.
Aunque se manifiesta en el adulto es una enfermedad de la infancia y adolescencia, por lo que la prevención ideal debe iniciarse en estas edades y así evitaremos fracturas en la tercera edad. Los adultos sanos alcanzan su pico máximo de masa ósea a los 20-25 años. Se calcula que un aumento del 10% de la masa ósea reduce en un 50% el riesgo de fracturas durante la vida adulta.
Sabemos que existen edades de especial importancia para el crecimiento acelerado del esqueleto. En las niñas el tejido óseo acumulado entre los 11 y los 13 años es poco más o menos igual a la cantidad de hueso perdido durante los 30 años después de la menopausia. Pero las medidas preventivas aunque básicas en estas etapas no deben cuidarse solo en estos períodos de crecimiento acelerado del hueso.
Padecer osteoporosis en la juventud no es imposible, pero suele estar más relacionado con enfermedades genéticas (no se pueden modificar) y factores de riesgo, sobre los que si podemos actuar:
- Baja ingesta de calcio en la dieta
- Déficit de vitamina D
- Índice masa corporal bajo (< 19 kg/m2)
- Tóxicos: tabaco (u otras drogas) y alcohol
- Sedentarismo o inmovilización prolongada
- Dieta incorrecta: exceso proteínas, dieta vegetariana, exceso de café
- Amenorrea prolongada (más de 1 año)
- Anorexia nerviosa
- Algunos tratamientos: corticoides, litio, heparina, antiandrógenos, quimioterápicos
- Antiácidos con aluminio o fosfato
- Algunas enfermedades endocrinas, renales, hematológicas, inflamtorias crónicas, alteraciones de la absorción intestinal
Cómo prevenir las patologías derivadas de la menopausia
Los especialistas en Ginecología y Obstetricia aseguran que la menopausia no puede prevenirse, pero sí las patologías derivadas de ella, especialmente las más importantes como son la enfermedad cardiovascular y la osteoporosis. Para ello bastará con:
Dieta correcta:
- Ingesta adecuada de calcio que oscila entre los 1.200 en perimenopausia y 1.500 mg/día después de la menopausia. La administración de estos mg/día de calcio en total (incluidos alimentos y suplementos). Solo debe administrarse como suplemento si es necesario, evitando sobrepasar los 2500 mg/día.
- Tener en cuenta la existencia de población de riesgo para ingestas bajas de calcio (mujer mayor, intolerantes a la lactosa, vegetarianas o con dietas extremas). En general la mayoría de las mujeres necesitan 600-900 mg/día de calcio en forma de suplemento. Dietas de 1500 mg/día de calcio no implican en riesgo de producir litiasis renal.
- También deberemos evitar la hipercolesterolemia. La ingesta diaria de colesterol no debe superar los 300 mg/día. Se ha demostrado que disminuir el colesterol en un 1% implica disminuir en un 2% el riesgo coronario.
- La hipertensión arterial, es también un problema que suele presentarse con los años. Para prevenirla, basta con disminuir la obesidad si la hay, así como la ingesta de alcohol, restringir la sal, hacer ejercicio físico e incrementar un poco la ingesta de calcio, magnesio y potasio, aumentando la ingesta de fruta, frutos secos, hortalizas y legumbres.
Al establecer una dieta se deberán tener en cuenta todos los factores anteriores, recordando que las necesidades calóricas disminuyen con los años, debiendo extremarse la disminución de calorías cuando haya sobrepeso.
La vitamina D es una vitamina liposoluble, cuyo papel fisiológico es el de asegurar los niveles plasmáticos de calcio y fosfato necesarios para conseguir unas condiciones favorables de mineralización del hueso, así como para mantener la homeostasis de la concentración plasmática de calcio.
La mayor parte de la vitamina D3 (colecalciferol) se forma en la piel como resultado de la irradiación del 7-dehidrocolesterol por los rayos ultravioleta de la luz solar. En consecuencia una exposición adecuada a la luz solar puede evitar el déficit de vitamina D.
En cuanto a la vitamina D se recomiendan 800 UI/día para mujeres con riesgo o déficit de exposición solar y no sobrepasar las 2000 UI/día.
Ejercicio físico:
El efecto de la gravedad sobre el hueso y las fuerzas de los músculos contraídos ayudan a mantener un balance positivo entre la formación y la destrucción ósea. La inactividad física incrementa la resorción y reduce su formación. Aparentemente el ejercicio frena la veloz reducción de masa ósea y representa un eficaz programa preventivo. Los efectos beneficiosos del ejercicio sobre el hueso se localizan en el cuerpo, es decir, que el fortalecimiento de los músculos de la espalda favorecerá a las vértebras pero no a los huesos del antebrazo.
La duración de la actividad muscular como el estar de pie puede tener mayor importancia que la fuerza o vigor con que se hace la actividad. Este ejercicio deberá hacerse siempre acorde con la edad, el estado general y óseo de la mujer y, por supuesto, de los hábitos deportivos previos.
- Andar: A mayor velocidad que la de paseo. Mínimo se debería andar 30 minutos al día. Combina los estímulos de las fuerzas mecánicas sobre los huesos de la columna y de las extremidades inferiores con los de las contracciones intermitentes de los músculos de la espalda.
- Ciclismo: Se deben recibir instrucciones preliminares de un fisioterapeuta sobre postura, altura del asiento, selección de la resistencia y velocidad. Debe controlarse el pulso para evitar el sobreesfuerzo.
- Ejercicios específicos: Para la espalda, a fin de fortalecer los músculos extensores de la columna. Estos músculos se unen directamente a las vértebras, por lo que sus contracciones estimularán la formación ósea y reducirán la reabsorción. Estos ejercicios deben ser dinámicos y repetitivos.
No se debe permitir el ejercicio aeróbico, ni los que impliquen saltos o retorcimientos a mujeres con osteoporosis importante, así como los de flexión de la espalda. Tampoco deben levantar pesos, al agacharse deberán doblarse las rodillas y deben levantarse de la cama con cuidado, poniéndose primero de lado.