¿Por qué me cuesta tragar?
La disfagia es la dificultad para tragar. Se trata de un problema muy común que está presente en muchas enfermedades; además, puede ser causa de problemas potencialmente mortales, como son las neumonías aspirativas.
Diagnóstico de la disfagia
El diagnóstico de la disfagia se basa en diversas pruebas, algunas de ellas clínicas, otras endoscópicas (como la Videoendoscopia de deglución) y otras funcionales o radiológicas (como la videofluoroscopia). El diagnóstico etiopatogénico que se puede obtener con estas pruebas es clave para plantear un tratamiento adecuado.
Tratamiento de la disfagia
El tratamiento de la disfagia es fundamentalmente dietético y rehabilitador, si bien en algunas ocasiones podemos realizar procedimientos más invasivos que buscan mejorar la eficiencia de la deglución, como puede ser el tratamiento de ciertos esfínteres o el mejoramiento del cierre de la glotis; una tiroplastia en caso de parálisis laríngea o bien medidas excepcionales encaminadas a evitar las posibles aspiraciones (mediante una exclusión laríngea o separación de la vía aérea respecto a la vía digestiva). Otros procedimientos tratan procesos concretos, como puede ser un divertículo de Zenker. Por último, en ocasiones puede requerir una gastrostomía para facilitar la nutrición enteral prolongada.
Algunos pacientes, sobre todo con ciertos trastornos neurodegenerativos, pueden presentar una contracción tónica excesiva del músculo cricofaríngeo, componente fundamental del esfínter esofágico superior. Esta contracción, denominada barra cricofaríngea, puede tratarse mediante un procedimiento denominado miotomía cricofaríngea, que se puede realizar por un abordaje de cervicotomía externa con una serie de riesgos y de posibles complicaciones, y que clásicamente se ha indicado en casos con marcado aumento de contractura del citado esfínter que causa un cierre del paso del bolo alimenticio aumentando las resistencias a dicho paso.
Los antiguos procedimientos de cirugía abierta han sido sustituidos por técnicas endoscópicas con Láser o con instrumental mecánico, así como en ciertas ocasiones, si se descarta el origen fibrótico del cierre cricofaríngeo, se puede infiltrar toxina botulínica tipo A en el músculo cricofaríngeo, causando un bloqueo neuromuscular y una relajación durante unos meses de dicha contractura y mejorando la deglución en los casos en los que dicha contractura sea causante de la alteración de la deglución. Su efecto es reversible y puede ser preciso repetir las infiltraciones.
Hay que ser cuidadoso en la localización de la inyección pues puede difundir a otros grupos musculares causando parálisis faringolaríngeas, que puede agravar el estado del paciente.
Consecuencias de una contractura mantenida del cricofaríngeo
Una consecuencia de una contractura mantenida del cricofaríngeo es la producción de un divertículo por herniación de la mucosa faríngea a través del triángulo de Lainert, hecho que puede formar una bolsa donde se acumula el alimento.
El tratamiento del divertículo se realizaba clásicamente por el mismo abordaje de la miotomía, pero actualmente existen otras técnicas endoscópicas como son la miotomía Láser o con sistemas de autosutura mecánica, como las empleadas en la cirugía abdominal.
Se emplea en pacientes con una contractura primaria del cricofaríngeo, a veces como prueba diagnóstica y pronóstica antes de indicar una miotomía.
En ocasiones existe una incompetencia del esfínter glótico, en cuerdas vocales, sea por parálisis o por otra alteración neuromuscular a ese nivel; en esos casos, además de la propia rehabilitación de la fonación, puede precisar tratamientos medializadores de la glotis (que pueden ser quirúrgicos, mediante la colocación de una prótesis) o técnicas de infiltración de diversas sustancias (Gel de hidroxiapatita, Colágeno, Grasa autóloga, etc.), que se pueden practicar por vía endoscópica, transoral o percutánea.
El resultado de la infiltración tiende a ser temporal, mientras que la tiroplastia tiene un resultado más permanente. En ocasiones, ésta se asocia a un procedimiento de aducción aritenoidea que aumente el cierre a nivel glótico posterior.
Por último, en los casos de fracaso de todos los tratamientos, se pueden realizar técnicas de exclusión de la vía aérea mediante técnicas de exclusión laríngea, cierre endoscópico de la supraglótis (actualmente en algunos centros se puede realizar mediante cirugía robótica transoral) o, en último extremo, una laringectomía total.
Para más información consulte con el otorrino.