Prevenir para mejorar
Muchos de los pacientes que se acercan a la consulta me confiesan que les gusta mejorar para “sentirse bien” y a la vez retrasar un poco el reloj -sin que se note mucho-. No solo vienen para tener mejor aspecto, sino para prevenir, levantando así el ánimo.
Uno de los tratamientos más demandados en Medicina Estética ha sido y es el botox. Una mala información y técnica utilizada pueden haber sido la causa de la aprensión generalizada que existe a ponérselo. Sin embargo se trata de un tratamiento que no hincha, solo relaja y previene si se aplica de forma correcta.
Si vemos una cara “hinchada y muy inflamada” no es por la toxina botulínica. Se trata de otros materiales empleados los que causan ese efecto. Con la toxina, apenas hay reacciones. Es un tratamiento muy seguro, eficaz, casi indoloro y rápido de aplicar. Se trata de pequeñas gotas diluidas que, aplicadas en puntos estratégicos previamente señalados por el médico hacen que, solo al cabo de unos días, este tratamiento de prevención del envejecimiento de tu piel consiga una relajación de la cara, tensa antes por los nervios y una mejora en la caída de tus ojos, cansados por los años.
Yo personalmente hace años que además me lo pongo porque tenía fuertes dolores de cabeza y la toxina botulínica me va bien para mejorarlo. Así mato dos pájaros de un tiro. En el ámbito médico, el botox es conocido como el tratamiento multiusos: mejora la sudoración, espasmos, dolor, acné, rosácea, asimetría de la cara, estrabismo, incontinencia y mejora los síntomas de la depresión.
Como veis, las bondades de la toxina van mucho más allá del uso más conocido de quitar arrugas. Eso sí, la eficacia del tratamiento dependerá mucho de la técnica utilizada al aplicarla. Y hará que el resultado sea efectivo y lo más natural posible, huyendo sobretodo de resultados que den lugar a caras inexpresivas e inmóviles. Como últimas sugerencias se recomienda: respetar los intervalos de tiempo entre sesiones y ponerse en manos de un profesional médico debidamente acreditado, así como comprobar la adecuación de los fármacos utilizados. Se trata de que los puntos de aplicación y las dosis empleadas sean seguras.
De este modo la técnica será la adecuada y personalizada, dependiendo de los rasgos, la fuerza muscular, la cantidad y tipo de deporte, el sexo (los hombres suelen necesitar más unidades), la existencia de asimetrías y la necesidad de nivelarlas, y para eso hay que aplicar las dosis en varias zonas, equilibrando los músculos depresores con los elevadores.
Si se aplica en zonas sueltas no tendremos un buen resultado por la falta de compensación (muy asociado a algunas ofertas de tratamientos muy de moda) Sólo así conseguiremos difundir positivamente los efectos reales, y vencer la mala prensa, de estas
pequeñas dosis de bienestar.