Psicoterapia del Síndrome Premenstrual
El síndrome premenstrual (SPM) y el trastorno disfórico premenstrual (TDPM), también conocido como trastorno del final de la fase lútea, es una patología que se puede tratar gracias a la Psicología. Estas enfermedades o síndromes somatopsíquicos son de origen desconocido. No obstante, se considera que los cambios de concentración de esteroides sexuales que se asocian al ciclo menstrual pueden estar relacionados.
Según los psciólogos los síntomas aparecen aproximadamente una semana antes de la menstruación, durante la fase luteínica. Éstos abarcan trastornos del estado de ánimo (irritabilidad, labilidad afectiva, depresión, ansiedad, confusión, retraimiento social), alteración del sueño (dificultad para conciliar o mantener un sueño que resulte reparador) o modificaciones en el comportamiento (como por ejemplo, cambio en los patrones de alimentación). Además de síntomas físicos (edema de las extremidades inferiores, aumento de peso, cefalea, síncope, parestesias, sensibilidad o dolor en las mamas, distensión abdominal).
Si bien no se conoce con exactitud la causa del estado de ánimo desagradable premenstrual, se calcula que hasta un 80% de las mujeres experimenta alguna alteración del estado de ánimo, sueño o síntomas somáticos en la fase premenstrual, y aproximadamente el 40% los sufre de forma leve o moderado que les lleva a consultar con su médico. Sin embargo, sólo entre el 3 y el 7% de las mujeres sufren síntomas que perjudican significativamente su actividad funcional, situación que determina el diagnóstico de TDPM. De este modo, el SPM y el TDPM se diferencian por el número y la gravedad de los síntomas, así como por el deterioro funcional.
Tratamiento del síndrome premenstrual
Aunque actualmente no existen investigaciones concluyentes sobre el pronóstico y la evolución del TDPM, todo indica que los síntomas tienden a ser crónicos, a menos que se aplique un tratamiento eficaz. Actualmente, las pacientes suelen responder bien a los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina. Asimismo, tanto para el TDPM y el SPM resulta eficaz una psicoterapia de apoyo que les ayude a reconocer los síntomas. Esto contribuiría a la definición de una estrategia de afrontamiento, alivio, y, por tanto, de una sensación subjetiva de control de la situación, que puede ayudar a abordar el deterioro funcional.
Durante el abordaje psicoterapéutico se emplean técnicas de psicoeducación para una mejora de los síntomas físicos a través de pautas alimenticias, que incluyen alimentos diuréticos y depurativos, y ejercicios que mejoran el edema y el dolor, además de técnicas de autocontrol para la irritabilidad, métodos de respiración y relajación para la ansiedad y problemas del sueño, entre otras. Cuando una paciente llega a consulta el primer paso es establecer un diseño personalizado del tratamiento, constituido en función de las necesidades y síntomas que presente cada paciente.
Se ha comprobado que este tipo de terapia resulta eficaz, tanto si se trata de un complemento o de una terapia farmacológica para el TDPM, o como tratamiento único para éste y el SPM. Las pacientes detectan una mejora en pocos meses, sobre todo respecto a los síntomas afectivos, así como la sensación subjetiva de control de una situación que hasta entonces se asumía con resignación y que involucraba su calidad de vida e incluso las interacciones con otras personas.