Qué hacer para evitar la tortícolis
La tortícolis es una contracción prolongada de los músculos del cuello que provoca dolor e incapacidad para mover la cabeza. Se puede desarrollar tanto en niños (conocida como tortícolis congénita) como en adultos.
El músculo particularmente afectado en la tortícolis es el esternocleidomastoideo, y su espasmo hace que la cabeza se incline de un lado y la barbilla mire al lado opuesto.
El dolor muscular se localiza en el cuello pero puede subir a la cabeza o bajar hacia el hombro o espalda.
Causas de la tortícolis
Las dos causas principales de la tortícolis corresponderían bien a una irritación de los nervios que controlan los músculos del cuello, o bien a una inflamación de los propios músculos provocados por distintos motivos:
- Dormir en una posición que fuerza el cuello
- Almohada inadecuada
- Corriente de aire frío
- Movimientos bruscos del cuello
- Lesión traumática o latigazo cervical
- Compresión del nervio espinal
- Estrés, ansiedad...
Cómo prevenir la tortícolis
Todos los trabajos que exigen estar durante mucho tiempo en la misma posición pueden causar tortícolis, por ejemplo, estar frente a un ordenador, sobre todo en condiciones estresantes.
Para prevenirla, descansar unos minutos durante el trabajo y aprovéchalos para realizar unos ejercicios de cuello: girar la cabeza de un lado a otro y de arriba a abajo lentamente sin forzar y siempre con la ayuda de la respiración.
Es importante cuidar especialmente la postura al estar sentado frente al ordenador y nunca sujetar el teléfono entre el hombro y la oreja, pues se fuerza el cuello.
En casa procura tener un colchón firme y usar un almohada adecuada, ni muy baja ni muy alta. Además, evita dormir boca abajo.
¿Cómo tratar la tortícolis?
Para favorecer la relajación muscular es muy recomendable el reposo y el calor local.
La osteopatía también es muy efectiva. El tratamiento que realiza el osteópata se basa en determinar la causa del espasmo muscular y actuar sobre él con técnicas de estiramiento y de liberación miofascial.
Por otro lado, existen algunos remedios naturales antiinflamatorios, como el uso de plantas en infusión como la manzanilla, la alfalfa, el eucalipto y el jengibre que, entre otros, ayudan a calmar el dolor.
Otra solución podría ser masajear la zona afectada con aceites que tienen propiedades antiinflamatorias y analgésicas, como la lavanda o el árnica.