Recomendaciones para evitar una insuficiencia cardíaca
¿Qué síntomas presenta esta enfermedad?
Los signos y síntomas de la IC derivan fundamentalmente de una característica peculiar de esta enfermedad, que es la tendencia a la retención de agua y sal por parte del organismo. Los síntomas y la gravedad de los mismos difieren de una persona a otra según el grado evolutivo de su enfermedad, pero los más frecuentes son el cansancio o astenia, la dificultad para respirar con niveles de esfuerzo poco importantes o incluso sin esfuerzo (disnea) y los signos derivados de la tendencia a la retención de agua y sal, como son la hinchazón de extremidades o edemas. Característicamente esta hinchazón no se acompaña de signos de inflamación ni de dolor. En ocasiones la disnea es tan severa que aparece incluso en reposo y característicamente al estar acostado.
En los casos más avanzados de la enfermedad, suelen aparecer complicaciones derivados de un inadecuado aporte sanguíneo a órganos vitales, en particular el riñón, lo cual no hace sino agravar la retención de agua y sal.
¿Qué cuidados debe seguir un paciente con esta enfermedad?
Los cuidados que los pacientes deben seguir asientan sobre 5 pilares fundamentales.
1.- Dieta pobre en sal: La IC crónica es una enfermedad caracterizada porque el organismo tiene una tendencia permanente a retener agua y sal y ello tiene graves consecuencias en la distribución del agua de nuestro cuerpo, la cual tiende a acumularse en los tejidos y vísceras, y en particular en el pulmón con el consiguiente riesgo de desarrollar una complicación grave que es el “pulmón húmedo” o edema pulmonar. Por lo tanto, los pacientes deben acostumbrarse a llevar una dieta con bajo contenido de sal.
2.- Movilización: El paciente con IC crónica que se encuentra en una situación estable, debe procurar realizar ejercicio físico suave, como caminar por terreno llano, porque ello contribuye a mejorar su situación funcional y minimiza el riesgo de pérdida de masa muscular que es una complicación asociada a la IC.
3.- Peso: El paciente con IC debe tratar de acercar su peso al peso ideal. Un exceso de peso empeorará su situación funcional. Por otro lado, el paciente con IC debe acostumbrarse a vigilar diariamente su peso. En el caso de que observe un aumento de peso inesperado y no atribuible a un exceso de ingesta, deberá pensar que está empezando a acumular agua en exceso, que pesa un Kg cada litro, algo que deberá poner en conocimiento de inmediato de su médico.
4.- Control de la enfermedad de base: Las revisiones periódicas por parte de su Médico de Atención Primaria y/o por su cardiólogo le irán dando información acerca del curso de su enfermedad de base y permitirán ir haciendo ajustes en el tratamiento medicamentoso.
5.- Fármacos: En las 4 últimas décadas hemos podido asistir a avances espectaculares en el tratamiento de la IC mediante la aplicación de nuevos medicamentos que han permitido que se reduzca la mortalidad por esta causa y que muchos pacientes hayan experimentado una reducción de su morbilidad, hayan visto mejorada su capacidad funcional y su calidad de vida. Los pacientes deben saber que cada uno de los medicamentos que se les prescribe combate a este poderoso enemigo que es la IC, pero que la combaten desde flancos diferentes y que actúan de manera sinérgica entre ellos. De ahí la importancia de que el paciente tome adecuadamente la medicación que se le prescribe. A pesar de todo, a pesar de los grandes avances realizados, existe aún mucho camino por recorrer, sobre todo porque los mecanismos de la enfermedad, lo que llamamos la fisiopatología, aún está lejos de aclararse en casi la mitad de los casos de pacientes que presentan esta enfermedad.
Entretanto se siguen desarrollando nuevas alternativas de tratamiento como procedimientos quirúrgicos o dispositivos electrónicos para resincronizar el corazón o para asistir al corazón, pero que son aplicables a un pequeño número de pacientes.