¿Sabes qué es el vaginismo y qué lo causa?
El vaginismo es la imposibilidad de que una mujer pueda mantener penetración en las relaciones sexuales, y afecta al 8% de las mujeres. El vaginismo puede venir precedido por la dispareunia, que son las molestias o dolor que dificultan o incluso impiden la relación sexual. A veces también imposibilita la exploración médica vía vaginal.
Causas del vaginismo
Según los especialistas en Medicina Estética, diferenciamos tres tipos de vaginismos. Cuando está causado por una enfermedad o causa orgánica subyacente, hablamos de vaginismo orgánico; cuando el vaginismo está causado por una contracción muscular vaginal, hablamos de vaginismo funcional; cuando lo provoca una suma de las causas orgánicas y de las causas funcionales, se conoce como vaginismo mixto.
Vaginismo Orgánico
Hay diferentes causas que provocan el vaginismo orgánico, pero las más frecuentes son:
- Disminución de la secreción vaginal, sobre todo en la región de la vulva. Diferenciamos entre dispareunia primaria, cuando ocurre de manera temprana, y dispareunia secundaria, cuando ocurre de manera tardía. Además, la puede ser externa, en el vestíbulo, o interna, en la porción profunda de la vagina o en el interior de la pelvis. En algunos casos las molestias pueden estar en ambas zonas.
- Himen oclusivo o rígido.
- Contractura vaginal, vagina tabicada, cervicitis grave, retro posición del útero, prolapso de útero, enfermedad neoplásico de útero, infección de trompas y ovarios o endometriosis pélvica.
- Anormalidades de la vulva, vagina, uretra o ano, ocasionadas por traumatismos o por procesos inflamatorios regionales.
Según la intensidad, se distinguen tres tipos de vaginismos; el de grado I, en el que la vagina puede ser explorada ginecológicamente, el de grado II, en el que la vagina no puede ser explorada pero sí penetrada por dilatadores u otros objetos como tampones, y el de grado III, que no puede ser explorada ni penetrada.
Vaginismo funcional
Los principales factores que causan el vaginismo funcional son el temor o anticipación de dolor del coito, temor de desgarre, temor de embarazo o temor a recaer en un problema pélvico; la ansiedad o el estrés previos a las relaciones sexuales; los problemas de pareja, como el abuso o la desconfianza; las experiencias traumáticas, como la violencia o abuso sexual; y la experiencia de la niñez, con una paternidad rígida o una educación sexual inadecuada.
A veces, sin embargo, no existe una causa física o no física identificable.