¿Se puede prevenir el cáncer de próstata?

¿Se puede prevenir el cáncer de próstata?

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Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 08/06/2019

El cáncer de próstata es el tumor más frecuente entre los hombres, excluyendo los tumores cutáneos. La media de edad en el momento del diagnóstico es de 68 años, rara vez aparece antes de los 50 años. Desde 1991 la mortalidad ha disminuido y, en general, es muy baja gracias a la detección precoz con el análisis del PSA, aunque esto es un tema discutido.

La gran mayoría de los tumores de próstata se denominan adenocarcinomas, es decir, se desarrollan a partir de las glándulas de la próstata. Existe una lesión precursora del cáncer de próstata, que se detecta a veces en las biopsias, que es la neoplasia intraepitelial prostática de alto grado.

 

Factores de riesgo del cáncer de próstata

En el desarrollo del cáncer de próstata influyen factores genéticos y ambientales. Aunque no existe un gen específico involucrado en su desarrollo, hay evidencias epidemiológicas firmes hacen pensar que existe un componente familiar y genético. El riesgo de padecer cáncer de próstata si se tiene un padre o hermano afectado, aumenta entre dos y tres veces. Otros factores involucrados en el cáncer de próstata pueden ser la inflamación crónica y determinadas infecciones por virus como el BK.

Otros factores que se han implicado en el cáncer de próstata son el exceso de grasas saturadas en la dieta o la obesidad. A diferencia de otros tipos de cáncer, no se ha encontrado una relación clara con el tabaco ni el alcohol.

imagen cancer de prostata

Cáncer de próstata: síntomas

El cáncer de próstata generalmente no da ningún síntoma hasta que no está avanzado. Una vez está avanzado, los síntomas pueden ser secundarios al crecimiento local (sangre en la orina, molestias miccionales o retención urinaria) o a la metástasis (dolores óseos o edema linfático de miembros inferiores). La mayoría de las veces el diagnóstico se hace de forma precoz tras una biopsia por un tacto rectal sospechoso o una elevación del PSA. En ese caso, no hay síntomas específicos del cáncer.

 

Diagnóstico del cáncer de próstata

El diagnóstico del cáncer de próstata se basa sobre todo en la determinación en sangre de un marcador que segregan las células prostáticas y que se eleva en los pacientes con este tumor: el PSA o antígeno prostático específico. Es importante saber que este marcador no es específico del cáncer, sino de la próstata. Es decir, una próstata normal, sobre todo si existe hiperplasia benigna de próstata o prostatitis, puede ocasionar valores altos del PSA.

Es por tanto imprescindible correlacionar el PSA con la edad del paciente, ya que aumenta con la edad; con el tacto rectal, que puede informar de si existe o no un nódulo o crecimiento benigno de la próstata; y con el tamaño de la próstata. La confirmación se realizará mediante una biopsia con control ecográfico. En los casos en los cuales el diagnóstico es dudoso o existe la sospecha a pesar de biopsias previas negativas, la realización de una resonancia magnética paramétrica y una biopsia por fusión (mediante un software que integra las imágenes de la resonancia con las de la ecografía) permite identificar las zonas sospechosas en las que se debe realizar una biopsia.

 

Cáncer de próstata: tratamiento

A la hora de tratar el cáncer de próstata es imprescindible individualizar cada caso. En primer lugar, hay que distinguir lo que se denomina cáncer de alto riesgo, del de riesgo bajo o moderado, según criterios de biopsia, PSA, etc. En segundo lugar, es importante tener en cuenta la edad y la expectativa de vida del paciente. Según estos criterios, en pacientes mayores de 70 años y con un cáncer de bajo riesgo, lo ideal es no tratar, sino realizar lo que se denomina una vigilancia activa mediante determinaciones periódicas del PSA, tacto rectal e incluso repetición de biopsia si es preciso. Se trata de tumores probablemente indolentes, que no van a poner en peligro la vida del paciente en los próximos diez años.

En el extremo opuesto se encuentran los tumores de alto riesgo en pacientes menores de 70 años. En estos casos sí que está indicado el tratamiento activo, pues sí que es esperable un beneficio en la supervivencia del cáncer.

El tratamiento estándar es la prostatectomía radical, que consiste en la extirpación quirúrgica de la próstata y las vesículas seminales. La técnica puede realizarse mediante cirugía convencional, laparoscópia o robótica. Los resultados dependen más de la experiencia del especialista en Urología que de la técnica empleada, aunque la laparoscópica y robótica permiten una recuperación algo más rápida. Otras alternativas clásicas son la radioterapia externa, es decir la aplicación de radiaciones sobre la próstata y la braquiterapia (implantación de semillas radiactivas).

El problema de la cirugía es el elevado índice de disfunción eréctil, sobre todo en la prostatectomía radical si no se respetan los nervios de la erección que caminan adyacentes a la próstata, y la incontinencia (generalmente leve y pasajera). La radioterapia también ocasiona disfunción eréctil, aunque en menor medida; pero puede tener otras complicaciones a nivel rectal (proctitis) y vesical (molestias miccionales, cistitis rádica) etc.

Con objeto de minimizar las complicaciones y gracias a las nuevas técnicas de resonancia y biopsia por fusión, que han permitido identificar los focos tumorales, se han empezado a utilizar también terapias focales, como la crioterapia (congelación) la terapia con ultrasonidos (HIFU) o la terapia eléctrica (electroporación).

Por último, en tumores localmente avanzados o en aquellos de alto riesgo, es necesario asociar también un tratamiento hormonal mediante fármacos que producen lo que se denomina una castración química y que, por sí mismos, son capaces de frenar durante muchos años la enfermedad.

 

¿Se puede prevenir el cáncer de próstata?

El cáncer de próstata es hormonodependiente, es decir, que depende de las hormonas para su crecimiento. Estas hormonas son los andrógenos, en concreto la testosterona y la dihidrotestosterona, que es su metabolito activo. La utilización de fármacos que bloquean la conversión de testosterona a dihidrotestosterona ha demostrado que reduce la incidencia de aparición del cáncer de próstata en aproximadamente un 25%. El inconveniente de estos fármacos es que pueden producir deterioro en la función sexual.

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