Signos de alerta de obesidad infantil y juvenil
Actualmente, es importante ser consciente cuando un hijo tiene un peso elevado, asumirlo y tomar las medidas necesarias para solucionarlo. Sin embargo, esto supone un proceso largo, ya que la visión cambia cuando se trata de un propio hijo y se buscan explicaciones, como que “su padre también era así”, “todavía tiene cuerpo de bebé”, “cuando dé el estirón ya adelgazará”, entre otras.
Es importante tener presente que el sobrepeso y la obesidad afectan a uno de cada tres niños en España y, si no se actúa para solucionarlo, se compromete su calidad e incluso su esperanza de vida. Es por ello que existen algunos signos indicativos de que un niño esté empezando a tener sobrepeso que son importantes detectar.
Síntomas de obesidad infantil
Existen dos situaciones en las que hay que estar alerta:
- Hacia los siete años, época en la que la fisionomía infantil se estabiliza, hay un aumento de la corpulencia que se denomina “rebrote graso”. Este aumento rápido de peso es un signo de alerta que no debe pasar desapercibido, ya que es un predictor de obesidad en la vida adulta. Si un hijo llega a los ocho años y tiene un piso de alrededor de 40 kg, es momento de actuar. Es cierto que antes se podría haber actuado mejor, pero aún se está a tiempo para reconducir ciertos hábitos y tendencias.
- En la pubertad, entre los 11 y 14, cuando empiezan a aparecer caracteres sexuales secundarios, como desarrollo mamario y genital, aparición de vello corporal, cambios en la voz, etc. Esta etapa es preocupante, ya que, si un chico o una chica experimenta estos cambios con un peso elevado, tiene hasta un 80% de probabilidades de tener obesidad en la edad adulta. Aunque es más difícil ayudar a un adolescente y que en gran parte depende de su propia actitud, también es cierto que, cuando se consigue una mejora, esto ayuda a mejorar su autoestima y a impulsar el proceso de maduración de la personalidad.
Tratamiento de la obesidad infantil
Una vez detectado el problema, lo primero es tomar medidas como actividad, física, planificar comidas y modificar sus raciones, evitar los aperitivos y los picoteos, etc. En algunos casos puede que, a pesar de las mejoras, no se acaben de ver los resultados, por lo que se recomienda recurrir a un especialista en Nutrición para proporcionar orientación y soporte que pueden marcar la diferencia.
En definitiva, es importante detectar el problema para empezar con los cambios lo antes posible. Aunque hay factores genéticos por los que hay una tendencia al peso alto, los factores que realmente determinan el desarrollo de la obesidad son los hábitos de vida (estilo de vida, alimentación y actividad física).