Termoplastia bronquial para el tratamiento del asma
El asma es una enfermedad respiratoria que afecta al 5% de la población y se caracteriza por provocar dificultades para respirar, normalmente acompañado de sonidos parecidos a los de un silbido.
El asma se debe a una inflamación de las vías respiratorias, que disminuye la cantidad de aire que pasa a través de ellas, lo que provoca ataques de forma aislada, separados por periodos en los que no se presentan síntomas, aunque algunas personas pueden tener ataques más prolongados. De hecho, los ataques de asma pueden durar minutos o días y pueden ser altamente peligrosos si el aire se restringe de manera importante.
Normalmente, el asma se trata mediante fármacos, que pueden ser de acción prolongada (de mantenimiento) o de alivio rápido (de rescate). No obstante, entre el 5 y el 10% de los asmáticos sigue sin encontrar la solución. Es por ello que es necesario que recurran a otros tratamientos de Neumología, como la termoplastia bronquial.
Termoplastia bronquial: en qué consiste
La termoplastia bronquial consiste en aplicar calor generado por un equipo de radiofrecuencia en las paredes de las vías respiratorias para así reducir el grosor del músculo liso bronquial. Este tratamiento se realiza en tres sesiones únicas mediante endoscopia (introduciendo un tubo por la boca).
Beneficios de la termoplastia bronquial
Este tratamiento tiene como resultado la mejora de calidad de vida del paciente, ya que consigue disminuir los problemas respiratorios y la intensidad de los ataques de asma. Además, es una técnica mínimamente invasiva que en unos días permite el alta del paciente.
Concretamente, gracias a la termoplastia bronquial, se ha reducido un 32% el número de ataques asmáticos en pacientes con asma grave, un 84% las visitas a urgencias por síntomas respiratorios, un 73% las hospitalizaciones y un 66% el número de días perdidos en el trabajo, en la escuela y otras actividades diarias.