Todo sobre el ictus

Todo sobre el ictus

Top Doctors
Escrito por: La redacción de Top Doctors
Editado por: TOP DOCTORS® el 01/06/2019

En España se producen entre 120.000 y 130.000 ictus cada año, uno cada seis minutos. Es la primera causa de muerte en la mujer (porque tienen una esperanza de vida más alta), la primera de dependencia en el adulto y la segunda causa de demencia, después del Alzheimer. Son datos complicados, y por eso es importante explicar que se trata de una enfermedad muy común, que se puede prevenir si corregimos los factores de riesgo, y que, si ocurre, tiene tratamiento.

 

Se trata de una de las enfermedades menos conocidas. Hace una década no había un tratamiento eficaz, y cuando alguien padecía un ictus o se quedaba con importantes secuelas o moría.

 

Hablamos de una problemática que supera en número a los infartos de corazón. Además, existe una gran diferencia entre el infarto y el ictus, y es que cuando una persona supera un infarto de miocardio sale del hospital caminando y, generalmente, al cabo de unos meses puede volver a trabajar. En el caso del ictus, pueden quedar secuelas o limitaciones intelectuales y/o motoras que pueden impedir trabajar, caminar o hablar.

 

Más del 60% de los pacientes tratados no tiene ningún tipo de dependencia a los seis meses de padecer el ictus. En el caso de las secuelas, la más frecuente es la incapacidad para caminar, tener problemas de vista o de habla, la pérdida de control de esfínteres… El 20% se quedan con secuelas leves que con rehabilitación se recuperan y otros se quedan con secuelas para siempre, dependientes para todo.

 

Es difícil volver a la vida laboral con alguna secuela física: una mano dormida, falta de coordinación o de rapidez mental, sin capacidad de escribir… Así, sin más, una persona se convierte en no rentable para la empresa con 50 años y con una familia a su cargo. Se ven dramas así casi a diario.

 

En torno al 10% de los pacientes fallecen en el hospital, y un 20% a lo largo del primer año, aunque las tasas de mortalidad han disminuido más de un 10% en la última década.

 

 

Causas del ictus

ictusSe trata de una enfermedad del cerebro que aparece cuando hay una alteración en la circulación de la sangre en este órgano. Hay dos tipo: los infartos cerebrales —el 80% de los casos—, que se producen cuando una zona del cerebro se queda sin riego sanguíneo por la obstrucción de una arteria, y las hemorragias cerebrales o derrames —un 20%—, que ocurre cuando una arteria se rompe y provoca sangrado cerebral, provocando un hematoma.

 

Cuando se bloquea una arteria deja de llegarle sangre, pero puede aguantar de cuatro a cinco horas, porque el riego llega transitoriamente por otras. Depende de la parte que se quede sin circulación sanguínea, se verán afectadas unas capacidades u otras. En la parte izquierda del cerebro se encuentra el área del lenguaje, y en la derecha la orientación tempo-espacial.

 

Más del 60% de los ictus se producen después de los 65 años. Sin embargo, en los últimos años se ha detectado un aumento importante de ictus en personas jóvenes (entre 35 y 55 años), y en la actualidad representan un 15% de los mismos. En la mayoría de los casos son debidos a malos hábitos (tabaco o consumo de drogas, falta de ejercicio o alimentación inapropiada) o a la presencia de factores de riesgo de ictus no conocidos o mal controlados como la hipertensión arterial, diabetes o hipercolesterolemia.

 

Síntomas del ictus

Un ictus sucede de repente, sin ningún tipo de aviso. Quien lo sufre nota como no controla el movimiento de una mano, pierde campo visual, no entiende lo que le dicen o no puede hablar bien, pierde fuerza en la mitad del cuerpo… La principal diferencia entre el ictus y el infarto de miocardio es que en el segundo duele el pecho, pero en el ictus no suele haber dolor de cabeza.

 

La mayoría de los ictus ocurren sin previo aviso, aunque existen los llamados “ictus transitorios”, en los que los síntomas ocurren durante unos minutos y luego desaparecen. Esto es una señal, y se debe acudir a la Unidad de Ictus más cercana para ser atendido por Neurólogo.

 

Tratamiento del ictus

Una vez detectado que se trata de un ictus, es necesario llamar a los servicios de Emergencias Extrahospitalarios (112 o 061) y hay que explicar lo más claramente posible los síntomas sugestivos de ictus. De esta manera se podrá activar el código ictus, con lo que se pone en marcha todo el sistema operativo de emergencias. Cuando el enfermo llega al hospital con Unidad de Ictus, se le hace un TAC craneal para ver el tratamiento que necesita.

 

En las primeras 4.5 horas desde que empiezan los síntomas se puede poner una inyección de un medicamento que disuelve el trombo (trombolisis intravenosa). En el caso de ictus graves con oclusión de una arteria del cerebro de gran calibre,podemos realizar una intervención en la que se introduce un catéter por una arteria en la ingle, llegando al centro del cerebro para poder disolver o extraer el trombo con una pinza, sin tener que dormir al paciente y sin cirugías (trombectomía mecánica). En algunos casos de hemorragia cerebral, el neurocirujano puede intervenir al paciente.

 

El paciente deberá permanecer ingresado en la Unidad de Ictus los primeros días, con una enfermera entrenada en cuidados de ictus. Cada cuatro horas se hace una exploración neurológica, toma de constantes vitales… Y a las 24 horas, un nuevo TAC, para comprobar el efecto del tratamiento y evaluar los daños. Entonces, se comienza la rehabilitación y se adoptan medidas de tratamiento preventivo o cambio de según qué hábitos para que no vuelva a ocurrir.

 

Una vez superado el ictus, es necesario mantener un control durante toda la vida. El riesgo de padecer un segundo ictus es especialmente alto durante el primer año, sobre todo los tres primeros meses. A los diez años, más de la mitad de los pacientes volverá a sufrir un ictus si no reciben el tratamiento adecuado y controlan sus factores de riesgo.

 

¿Se puede prevenir un ictus?

Se pueden recomendar cuatro hábitos para tratar de prevenir la aparición de un primer ictus:

 

  • No fumar.
  • Hacer ejercicio a diario, por ejemplo, caminar media hora.
  • Vigilar los niveles de colesterol, azúcar, y tensión al menos una vez al año. Si alguno de estos factores está alterado deberemos intentar controlarlo cambiando nuestro modo de vida o con medicación. “Tener un factor de riesgo es malo, pero si tienes dos o tres el riesgo se multiplica”. 
  •  Seguir una dieta mediterránea y tomar aceite de oliva cada día.

 

Neurología