Trastorno del espectro autista
¿Qué diferencias existen entre el espectro autista y el trastorno autista?
En la actualidad, el autismo se define como trastorno del espectro del autismo o TEA. Clásicamente se llamaba autismo infantil, pero la amplia variedad de sus características, con mayor o menor afectación del lenguaje y/o inteligencia general, ha llevado a denominarlo “espectro”.
¿Qué es el autismo? ¿Qué tipos existen?
Los trastornos del espectro del autismo (TEA) comprenden una gama de trastornos complejos del neurodesarrollo, que se inician en la infancia y durante toda la vida. Tienen en común la afectación en la reciprocidad social, comunicación verbal y no verbal y la presencia de patrones repetitivos y restrictivos de la conducta.
El origen de estos trastornos es extremadamente variado, al igual que su presentación clínica. En la mayoría de los casos, predomina un componente genético, heredado en ocasiones de padres con conductas autistas sutiles o que han pasado desapercibidas.
Dentro de los TEA, algunos se presentan con un adecuado desarrollo intelectual y del lenguaje, pero otros cursan con una discapacidad intelectual o incluso ausencia de lenguaje oral.
¿A qué características corresponde? ¿Cómo puede detectarlo el entorno en el menor que lo sufre?
Los primeros indicios de TEA en un niño/a suelen surgir durante el segundo año de vida. Hacia los 18 meses de edad, el niño/a no mira a los ojos, no comparte lo que explora y no juega de forma normal, sino que tiende a repetir los mismos movimientos o acciones una y otra vez. En muchos casos, pierde las primeras palabras que había logrado decir y le cuestan mucho los cambios de ambiente, con rabietas intensas y dificultades para dormir.
¿Qué avances han existido en los últimos años respecto a su diagnóstico y tratamiento?
En los últimos años de la Neurología se han hecho esfuerzos notables por una detección precoz, antes de los 2-3 años de vida, lo que ha permitido una estimulación temprana y una mejoría de las conductas autistas que presentan. Otro avance es la progresiva formación de los familiares para saber cómo intervenir desde el domicilio y mejorar su vida cotidiana, a través de profesionales y de asociaciones.
Los estudios genéticos actuales, disponibles en los centros hospitalarios, solo permiten el diagnóstico en un tercio de los casos.
No obstante, aún no existe un tratamiento curativo, solo paliativo de las conductas disruptivas mediante el uso de fármacos específicos cuando son necesarios.
¿De qué manera puede la sociedad ayudar a este tipo de niños?
La sociedad actual tiene un papel importante no solo en la integración de las personas con TEA, sino en la mejoría de las conductas disruptivas que éstas pueden presentar en lugares públicos o concurridos. Si conocemos cómo dirigirnos a una persona con TEA y cómo interpretar sus respuestas, habitualmente atípicas, ésta se sentirá más segura y la interacción será más enriquecedora para todos.
¿Existe algún tratamiento para que el menor no tenga ninguna dificultad social cuando sea adulto?
El principal tratamiento consiste en iniciar una estimulación cognitiva y conductual de la forma más temprana posible, habitualmente durante el segundo año de vida, y mantenerla toda su vida, coordinada por los especialistas adecuados, profesores y familiares.