Tratar la obesidad desde la cirugía
Aunque la obesidad es una condición médica individual se ha convertido en un serio problema de salud pública, ya que su prevalencia es del 0,5% de los adultos en España y tiende a duplicarse cada 5 a 10 años.
El fracaso repetido del tratamiento médico-dietético convencional hace necesario optar por otras alternativas terapéuticas que faciliten, mediante una reducción progresiva de peso, abandonar la situación de riesgo en la que se encuentran los pacientes afectos de obesidad mórbida. Esto ha llevado al desarrollo de diversas técnicas quirúrgicas, la Cirugía Bariátrica, siendo ésta la parte de la cirugía que se ocupa del tratamiento quirúrgico de la obesidad.
Para la cirugía de la obesidad mórbida disponemos de diversas técnicas quirúrgicas: las restrictivas como la banda gástrica, cuyo objetivo consiste en reducir la capacidad del estómago para obtener una sensación de saciedad precoz, el inconveniente es que el paciente solo puede comer cantidades muy pequeñas. Hay también las técnicas malabsortivas como el cruce duodenal, en las que la pérdida de peso se consigue al inutilizar gran parte del intestino delgado, alcanzando una pérdida de peso sin disminuir la cantidad de la ingesta. Y finalmente están las técnicas mixtas como el bypass gástrico dónde se reduce el tamaño del estómago y al mismo tiempo se disminuye la longitud del intestino, consiguiendo una eficacia mayor que en las técnicas restrictivas con mejor calidad de vida. Tras todas las cirugías, es fundamental unos cambios por parte del paciente en sus malos hábitos alimentarios o de sedentarismo. La desventaja de las técnicas malabsortivas es que están expuestas a un mayor riesgo de alteraciones metabólicas por lo que precisan de un control más estricto por parte de su endocrinólogo tras la cirugía.
No es una cirugía de conveniencia o con finalidades estéticas, sino que se trata de un conjunto de técnicas quirúrgicas, algunas de ellas muy complejas, destinadas a resolver una enfermedad importante, de ahí que su indicación, realización y control posterior requiera de una rigurosidad extrema. A este tipo de cirugía son candidatos todos aquellos pacientes con un IMC igual o superior a 40kg/m2, o mayor de 35 si tienen comorbilidades asociadas (diabetes, hipertensión…). Es imprescindible confirmar el carácter crónico de la situación y su resistencia al tratamiento convencional, así como la ausencia de contraindicaciones.
El tratamiento quirúrgico de la obesidad requiere una unidad que incorpore distintos especialistas -endocrinólogos, dietistas, digestólogos, endoscopistas y psicólogos- que trabajan conjuntamente para obtener los mejores resultados para cada caso.